Raúl Castillo. Todavía
recuerdo cuando en mi primera intervención en el Debate de Política
General del Municipio, le hice al tripartito un resumen de todas y
cada una de las personas, asociaciones, empresas, comerciantes y
trabajadores que en un año habían conseguido enfadar. Así sucedió
con los vecinos afectados por las terrazas, con los que recibieron
las advertencias de sanción por los vados, con los hosteleros, con
los trabajadores de Bosal y Lafarge, con los adjudicatarios de los
puestos en el mercado exterior del puerto, con los comerciantes y
empresarios por la falta de apoyo institucional, con los taurinos y
antitaurinos, entre otros… Y recuerdo la contestación de nuestro
Alcalde, que me dijo… “¿a tanta gente Raúl? ¿tanta gente está
enfadada con nosotros como tú dices?”.
Pues
bien, han pasado varios meses desde aquel pleno de la corporación y
como no podía ser de otra manera, no solo no han reducido el nivel
de irascibilidad de todas esas personas y todos esos colectivos, sino
que la cifra sube sin solución.
En
las últimas semanas, desde Ciudadanos tuvimos que denunciar
públicamente que la dejadez de la concejalía de contratación,
junto a la de administración local y transparencia, habían
ocasionado que finalizando noviembre no tuviéramos empresa que fuese
a instalar las luces y adornos para la campaña de Navidad. A día de
hoy está por ver cuándo y cómo se instalarán.
Del
mismo modo, a estas alturas, los comerciantes que optan a los premios
del concurso de escaparatismo y que seguramente llevarán mucho
tiempo trabajando en ello, desconocen qué ha sido de la vigésimo
segunda edición del mismo.
Y
recientemente se suma el descontento el mundo fallero, el cual se
enfrenta a la imposibilidad de realizar la competición de
“playbacks”, que hasta el año pasado se celebraba en el Pabellón
René Marigil y que este año se ve en la obligación de buscar nueva
ubicación.
Como
queda contrastado, por mucho que traten de maquillar públicamente su
mala gestión, como dice el dicho popular, al final “la cabra
siempre tira al monte”, y si “sus políticas” marcan una línea
de trabajo, y sobre todo una forma de hacer y de gestionar, caiga
quien caiga lo harán a su manera. No hay consenso, no hay acuerdo ni
acercamiento de posturas, su posición es y será la misma siempre,
se entierran de barro hasta las rodillas y no tienen ninguna
intención de zafarse. Y el que quiera llegar a acuerdos con ellos
solo tiene que hacer una cosa… asentir y callar.
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