Miguel Gallego.El
patrón de comportamiento de los socialistas valencianos se aplica
también en Moncada: mucha pancarta y poca gestión. Tanto es así,
que nuestra ciudad está padeciendo, desde hace casi 4 años, una
travesía desoladora (y patética) por el desierto político
orquestado, como no, por la alcaldesa, Amparo Orts.
A
punto de agotar su legislatura, la socialista Orts, que se alzó con
la alcaldía con un pacto de perdedores, cuenta con un mini gobierno
de 5 concejales incapaces de resolver los problemas y de dar
respuesta a las necesidades de nuestros vecinos.
El
balance de la gestión en Moncada, tras casi cuatro años, es
deplorable. Un millón de fotos en Facebook pero ni una sola acción
contributiva. Las calles de nuestra ciudad están más que
abandonadas, donde la broza se abre paso y la basura se acumula. Y
todo ello, provocado por la pasividad de Orts, motivo por el cual se
está dejando de contratar y generar empleo en nuestra ciudad.
Después
de casi una legislatura seguimos sin un presupuesto real, ya que el
que aprobaron tuvo una vigencia de tan solo 30 días. Estamos
sufriendo un desgobierno que funciona a base de modificaciones de
crédito pleno tras pleno.
Y
lo peor de todo, es que esta situación creada por la alcaldesa de
Moncada está teniendo graves consecuencias que están pagando todos
los ciudadanos de la localidad. Llevamos tres años sin bono metro
para nuestros estudiantes. Hemos dejado de ingresar miles y miles de
euros en subvenciones por la dejadez del equipo de Gobierno (unas
ayudas que antes se destinaban a la creación de empleo y que ahora
ya forman parte del pasado). Han destrozado el modelo deportivo
municipal, obligando a todas las escuelas a privatizarse.
Las
oportunidades perdidas no volverán con la inacción que predomina en
el equipo de Orts. Eso sí, a la hora de la juerga no les gana nadie.
En las últimas Fiestas Patronales se han sobregastado más del 30
%de la partida de fiesta, lo que viene a ser unos 70.000€ a costa
de abandonar otros ámbitos como la educación o la cultura.
Las
autoproclamadas ‘políticas del cambio’ nos continúan
arrastrando hacia la paralización del municipio. No todo vale (y
menos a cualquier precio) para mantener la silla. Menos samba y más
gobernar. Y nunca mejor dicho.
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