Ya sabemos que la riqueza de un país se mide por el PIB, que
es la suma de los bienes y servicios producidos en un tiempo determinado.
Supongo que la riqueza de una ciudad deberá medirse de la misma forma. No tengo
ni idea, pero pienso que podría hacerse de esta otra forma, verán: Debería
medirse por su inmovilizado, o por su contenido, como quieran. Así como las
personas medimos nuestra riqueza en base a nuestro haber: casas, coches,
muebles, libros, objetos, y todo aquello que hemos adquirido para ornato y
disfrute, la riqueza de las ciudades debería medirse por todo aquello que
tienen en su haber. Así pues se valorarían sus monumentos, sus fuentes, sus
palacios, sus jardines y todo su mobiliario urbano, que muchas veces ya sea por
su valor intrínseco como por lo numeroso, puede resultar una fortuna. Estoy
refiriéndome desde la iluminación vial hasta los contenedores de residuos,
pasando por los bancos de madera, papeleras, aceras, señalización, bolardos,
asfaltado, instalaciones infantiles, arbolado, semáforos, y todos aquellos
servicios municipales que hacen más confortables nuestras ciudades. Pues bien,
tomando como base este sistema, puedo asegurarles que nuestra ciudad debe ser
de las más ricas o, al menos, eso parecer por la acumulación de mobiliario que
podemos encontrar en sus calles. Esta mañana esperaba a mi mujer en la esquina
de la calle Colón con la calle Lauria, justo frente a un Corte Inglés. Ya hacía
unos minutos que soportaba la espera entretenido con la gente que cruzaba la
calle, cuando me apercibí de la esquina susodicha. La pobre esquina se
encuentra prácticamente oculta por el mobiliario que la asedia. Se trata de un
espacio de, aproximadamente, cuatro metros cuadrados, que está ocupado por: un
báculo publicitario, una farola, una papelera, un bolardo, un poste indicador de
las calles, seis armarios metálicos reguladores del tráfico cimentados al
suelo, un poste con cinco cámaras de vigilancia, un semáforo, una señal de
tráfico y, por su fuera poco, una bicicleta abrazada con una cadena a uno de
los postes (supongo que de forma provisional). Para acompañar el cuadro,
contabilicé salpicando el suelo un total de cinco trapas metálicas
correspondientes a diferentes registros. Díganme ustedes si esto es o no es
riqueza. Les invito a verlo. Cualquier día que se acerquen por allí den un
vistazo. No me extrañaría que me corrigiesen al ver una nueva señal o incluso
un contenedor de residuos, que sería lo único que falta.
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