Roberto Rovira.
A principios de febrero de este año, la dirección
de TK Galmed comunicó a los sindicatos el programa de “optimización” que ha
desarrollado el grupo basado, según la empresa, en un "aumento de la
eficiencia, mejora de los costes y ajustes estructurales en algunas unidades de
negocio e instalaciones". Esta ya habitual jerga hipócrita esconde en
realidad la destrucción de más de dos mil puestos de trabajo de los cerca de
27.000 que dispone actualmente el grupo
en Europa.
A raíz de esto, TK Galmed amenaza con el cierre de
la planta del Puerto de Sagunto, a pesar de haber obtenido beneficios de más de
12 millones de euros en los últimos dos años. El cierre daría lugar a la
supresión de más de 500 puestos de trabajo entre directos e indirectos, en una
comarca que ya supera las 9700 personas paradas. Un cierre basado
exclusivamente en criterios de aumento desmedido de beneficios, anteponiendo
los intereses empresariales y olvidando a los trabajadores y trabajadoras.
El cierre de Galmed provocaría el
inicio de una nueva desindustrialización como la sufrida en los años 80, con la
mal llamada “reconversión industrial” que esta comarca conoce especialmente. La
lucha obrera contra el cierre de los Altos Hornos fue un ejemplo en todo el Estado:
9 huelgas en la comarca, 24 huelgas en Fábrica, 11 manifestaciones en Valencia
y 7 marchas a Madrid. La defensa de los puestos de trabajo fue un hito
importantísimo de los trabajadores y sus familias, de los sindicatos de clase,
de los partidos de izquierda y de toda la ciudadanía que se volcó en la lucha
por el empleo en la comarca con el lema “No a la muerte de un Pueblo”.
Muchos dicen que la movilización y las
manifestaciones no sirven para nada. Sin embargo una parte de la sociedad,
indiferente, no es consciente de que muchos de los derechos sociales de los que disfrutamos se
han conseguido a base de lucha en la calle y en los
centros de trabajo: los convenios colectivos, el derecho a sindicarse, la
jornada laboral de 8 horas, el subsidio por desempleo, el sufragio universal,
la sanidad y enseñanza públicas, las pensiones, etc.
Por tanto, si queremos conservar todos
estos derechos conquistados en la lucha con sangre, sudor y lágrimas, es
necesario recuperar ese espíritu combativo que caracterizó al Camp de Morvedre
en aquellos difíciles momentos de ataque a todo un Pueblo. La participación en
la manifestación de este 24 de mayo es pues, si cabe, aún más importante que en
anteriores ocasiones, dado que vivimos inmersos en una crisis mucho más grave que
la de aquella época. Crisis generada por la ambición sin límites de cuatro
banqueros y especuladores sin entrañas.
No quiero concluir este escrito sin lanzar un
importante mensaje a la Ciudadanía, usando las palabras de un gran luchador por
la Libertad y los derechos laborales como fue el comunista italiano Antonio
Gramsci: “Instruyámonos porque
necesitamos de toda nuestra inteligencia, organicémonos porque necesitamos de
toda nuestra fuerza, movilicémonos porque necesitamos de todo nuestro
entusiasmo”. ¡Viva la lucha de la Clase Obrera!
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