Carlos Gil /EPDA El Botànic se hunde. El Govern de la Generalitat no pierde opción alguna de mostrar su total incapacidad para dirigir esta Comunitat y cada vía de agua que se abre en el Palau es más visible y peligrosa que las anteriores.
Ximo Puig, que hasta ahora había podido parapetar su ineficiencia tras la siempre polémica Mónica Oltra, ha visto como, derribado el parapeto, salen a la luz las miserias de un Gobierno que ha mantenido a la Comunidad Valenciana en un encefalograma plano.
La última, hasta el momento, son los recortes que, en sanidad, se han dejado ver en los primeros meses de este verano. Tanto la atención primaria como la hospitalaria han visto mermados los recursos disponibles y, con ello, la capacidad de respuesta a las necesidades de los ciudadanos. Quienes tanto dinero invirtieron en pancartas, camisetas y pegatinas con el “No a les retallades”, han hecho de ellas su brújula en los últimos meses de Gobierno.
No daba para más. La nula gestión de la Generalitat Valenciana, más preocupada siempre en soflamas políticas que en “las cosas del comer”, unida a la catastrófica acción del Gobierno Sánchez, con efectos demoledores para la economía familiar, han dejado a la deriva un barco sin timón ni timonel. Lo triste es que ese barco es la sociedad en la que convivimos y en la que muchos ciudadanos se dejan la piel, día a día, para salir adelante.
La llegada de Miguel Mínguez a la Conselleria no ha supuesto revulsivo alguno para mejorar el sistema sanitario. Más bien al contrario. No tiene lógica alguna aprobar el plan de vacaciones a final de junio, cuando apenas hay capacidad de maniobra para sustituir los días libres del personal. Y así nos va. Tras despedir al personal COVID, el sistema ha quedado sin recursos suficientes para atender a una población que se multiplica en la época estival. Las “sinergias departamentales” que anunció el Conseller como solución, no son más que la versión moderna del ”Vuelva usted mañana” de Mariano José de Larra. Si la Administración es incapaz de buscar soluciones es el ciudadano quien debe resolver sus problemas, aunque esto implique desplazamientos y demoras en un asunto tan delicado como es la salud.
Quizá no se han dado cuenta porque el turismo nunca fue su fuerte (no hay más que ver cómo están quedando las playas), pero esta Comunidad tiene una importante parte de su PIB vinculado al turismo. Y al turismo, como al resto de sectores, o lo cuidamos o lo perdemos. Confiemos en que pronto el President encuentre su “No a les retallades” y actúe en consecuencia. De no hacerlo así, el problema, como siempre, lo padeceremos todos.
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