Carles López Cerezuela. FOTO EPDAPensamos a través del lenguaje. Lo que quiere decir que votamos a través del lenguaje. Sin embargo, cada vez hablamos más y pensamos menos.
Esta semana decía Toxo que los liberados sindicales no existen. Es cierto, la izquierda en particular ha permitido por falta de atención la contaminación del lenguaje. Los liberados sindicales no existen porque aquí nadie está liberado de hacer su trabajo. Existen los delegados sindicales con dedicación completa.
Pero nadie utilizará ese término. La diferencia es que la palabra liberación en tiempos de paro ofrece una sensación mucho más conflictual que la expresión “dedicación completa”.
Huelga
Otro de los términos a los que la izquierda no está prestando atención es la palabra “huelga”. Estamos dejando que cualquier cosa se le llame “huelga”. Si un colectivo asume una “baja médica” colectiva para paralizar el tráfico aereo se le llama huelga. Si un colectivo adopta un cierre patronal de farmacias también se le llama “huelga”. Y cuando otro colectivo decide dejar de realizar solamente parte de su trabajo -jugar partidos- pero sigue entrenando sin problema, a eso también le llamamos huelga. Pasaremos a la historia por ser el único país de Europa donde la huelga es cosa de ricos.
Oposición
A nivel político el término más perverso es “oposición”. De tanto ver al Partido Popular oponerse a todo pensamos que la oposición es eso. Lo cierto es que un lúcido amigo hizo visible la otra acepción. La oposición es un proceso de estudio exhaustivo con el objetivo de superar la prueba de las elecciones para llegar a gobernar. Por tanto, tampoco sería mediático sustituir “oposición” por “alternativa/s de gobierno”. Oposición suena más a conflicto. Y donde hay conflicto hay noticia. Y así vendemos más anuncios.
Así hemos llegado a creer que si alguien deja de trabajar es una huelga, si alguién es un liberado es que no trabaja pero sin hacer huelga. Y si alguien está en la oposición pues lo tiene fácil porque solamente tiene que oponerse y decir lo contrario.
Cuidado los indignados
Que tengan cuidado los indignados porque incluso fíjense: hubo un día que intentaron convencernos de que esto no era una crisis. Era una simple dificultad. En definitiva, palabras perversas.
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