La fiesta se desarrolló en el patio del colegio./EPDAEl retorno al colegio de la infancia siempre contiene una dosis de expectativas posiblemente frustradas, de nostalgia y de curiosidad. Todo ello concurrió, en medio de una inacabable batucada y de emotivos reencuentros, en el 50 aniversario del CEIP Doctor López Rosat (renombrado 8 de Marzo por decisión exclusiva y ajena a criterios docentes del entonces gobierno municipal en septiembre de 2021), ubicado en el barrio de Tres Forques de Valencia.
El equipo directivo demostró buena voluntad y esfuerzo con la organización de este acto conmemorativo. A esos detalles sumó otros ligados en mayor medida a sus gustos y circunstancias profesionales que a las del alumnado que ha discurrido por el lugar durante estas cinco décadas, como el de la adquisición presencial y personal de pulseras para entrar con fecha límite y horario reducido.
O el diseño, tonalidades y homenajes de la jornada, centrados más en quien está en la actualidad que en quién lo hizo años atrás. Todo ello provocaba que no quedara claro si el protagonismo recaía en la historia, en las generaciones pretéritas o en el presente reciclado del pasado del colegio.
En cualquier caso, gracias a la iniciativa y perseverancia del equipo directivo el acto tuvo lugar, con visita incluida a las instalaciones. Apenas han cambiado en décadas. Sorprendía encontrarse las mismas espalderas de gimnasio, idéntico habitáculo de curas frente al que acoge las aulas, las bandejas metálicas de comedor que han servido para repartir el alimento entre generaciones de alumnado o la clásica casa del conserje.
Sí, se podía detectar con facilidad matices que representan la evolución, como el hecho de que haya porterías de fútbol y canastas recientes, más asfaltado en el suelo, huerto pedagógico o corte de un pasaje que enlazaba dos tramos de patio.
De todos modos, existe una diferencia notable entre aquello que la mente recuerda como ocurrido y lo que exactamente había y se produjo. La percepción de realidad solía coincidir en las conversaciones entre el público asistente al acto, aunque no siempre encajaba como piezas imaginarias del puzle de la infancia. Más bien se completaba sumando comentarios y opiniones entre varias personas.
Y aún de este modo quedaban lagunas por llenar o datos y detalles que no salían a colación debido a que se han perdido en recovecos de la memoria, porque no concitaron la importancia subjetiva u objetiva para grabarse en ella o porque simplemente no había un detonante que los inspirara.
Retomando la realidad cercana, la del aniversario de los 50 años de aquella apertura llevada a cabo en septiembre de 1974, la visita a las aulas, biblioteca, sala de informática… acaparó parte de la jornada del viernes 30 de mayo. Nada inaudito para quien pisa un colegio en general pero generador de un carrusel de evocaciones para quien lo hace décadas después en un lugar que era su espacio vital cotidiano tiempo atrás.
Concierto musical, parlamento de la directora, homenajes a equipo del centro en activo y un vídeo con opiniones de algunos alumnos seleccionados por los organizadores constituyeron el nudo del evento, que se desarrolló en el patio del colegio. Un extenso surtido de comida quedó servido para que afloraran, acto seguido, los reencuentros y las emociones.
Hasta entonces, y desde que se abrieron las puertas, se trataba de escrutar rostros, de intentar adivinar si tal o cual persona había sido compañera de aula o de, simplemente que no es poco, carreras o partidos de fútbol por el citado patio.
Quizás si en la entrada, al igual que obsequiaban con una placa morada que exhibía las letras en mayúscula de CEIP 8 de Març, hubieran repartido las pegatinas a rellenar con nombre y año de nacimiento que sí estaban en un lateral del jardín, más asistentes se hubieran animado a identificarse públicamente. O si la recopilación de imágenes de álbumes de promociones hubiera ido más allá de los años 90 puede que también.
En cualquier caso, siempre quedaba el reducto del fotomatón en el que, allí sí, un marco abierto para situarse en su interior y una pizarra clásica de tiza recalcaban, con el rótulo del nombre histórico, que aquel centro se llamó Doctor López Rosat y como tal será recordado por la inmensa mayoría de quienes pasaron por sus aulas. Acudieran o no al meritorio acto para celebrar el 50 aniversario de su apertura.
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