María Villajos. Últimamente
la clase política se encuentra cada vez más desprestigiada para la
sociedad. Desprestigio que generalmente se acaba relacionando con los
casos de corrupción y con aquellos que de una forma u otra han
acabado llevándose un dinero o unos beneficios que no le
correspondían. Esto aboca a la prensa a tener que difundir un
desfile constante de cargos públicos, la mayoría de ellos electos,
entrando y saliendo de los juzgados y de los bufetes de abogados.
Unos para acusar y otros para defender. En este sentido mi opinión
es clara: el que la hace que la pague.
Pero
mirando con más perspectiva, éste no es el único motivo de
desprestigio. En mi opinión el descrédito viene dado por la baja
credibilidad que tienen las palabras de muchos políticos. ¿Cuántos
de ellos han llegado a la alcaldía a base de prometer imposibles a
aquellos que necesitaban creer en la posibilidad? ¿Cuántos puestos
de trabajo debería crear cualquier ente público para ser capaz de
cubrir todas las promesas hechas en época de crisis? Como dice el
dicho, donde digo digo digo Diego.
Esto
es lo que estamos viviendo día a día en Paterna. Un carrusel de
noticias y afirmaciones completamente contrarias a todo lo que se
venía predicando hace muy poco tiempo para lograr conseguir votos.
Da igual si el contenido de estas afirmaciones es factible o no, da
igual si es veraz o no, da igual incluso si es legal o no. Lo
importante es decir lo que la gente quiere escuchar cuando la gente
lo quiere escuchar. Ya habrá tiempo para cambiar de discurso una vez
ganada la Alcaldía.
Para
Sagredo Puerto Mediterráneo era malo, hasta que fue Alcalde. Para
Sagredo el IBI debía bajarse al mínimo, hasta que fue Alcalde. Para
Sagredo los imputados deben dejar la Junta de Gobierno Local, hasta
que le tocó a él. Para Sagredo Paterna no merece un Alcalde
imputado, hasta que le tocó a él. El Alcalde de la Villa de Paterna
debe estar libre de toda sospecha…
Hasta
que le tocó a él.
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