Carmina Llopis. / EPDACon frecuencia acuden a consulta pacientes aquejándose de darle muchas
vueltas a las cosas, el pensar demasiado.
Pensamos “demasiado” cuando nos dejamos atrapar por
torrentes de pensamientos y sentimientos negativos que nos abruman y que
interrumpen nuestro funcionamiento diario y nuestro bienestar.
El pensamiento excesivo, se
alimenta de la angustia, de las emociones mal gestionadas. Es como si tuviéramos una voz interna que
actúa como un feroz castigador,
alguien que pone en duda cada cosa que hacemos o decimos, alguien que nos
recuerda los errores del ayer y se empeña en alimentarnos a base de miedos,
de suposiciones, victimismos e incertezas.
Cuando se cae en este estado psicológico se pierde el control
sobre los pensamientos, la preocupación no se detiene,
no tiene botón de apagado y se genera un gran agotamiento físico y mental.
Pensar demasiado puede llegar a convertirse en un grave problema para
las personas. En ocasiones es necesario poder pensar y poner palabras a aquello
que nos sucede, sentimos, escuchamos… aunque puede llegar a convertirse en algo
que nos perturbe.
Conlleva entrar en un bucle que nos paraliza e impide tomar decisiones,
nos bloquea y nos deja indefensos ante las dificultades o demandas del exterior.
Las rumiaciones, éste pensar demasiado, es nocivo porque afecta a
nuestra capacidad para obtener respuestas y soluciones a nuestros problemas,
produciendo desmotivación y generando nuevos problemas que nos bloquean en una
posición repetitiva.
Estas situaciones pueden llegar a causar un malestar, sintiendo
ansiedad y angustia excesiva ante la imposibilidad de no saber que hacer, cómo
parar y dejar de pensar tanto. A veces se puede llegar a caer en la
melancolía, con sentimientos de apatía, tristeza, incapacidad de resolución y
decisión.
Preocuparnos
demasiado no nos hace llegar a mejores soluciones.
Para combatir
estos pensamientos nocivos debemos tener en cuenta que es importante tener
claro que no se trata de pensar menos, sino de pensar
mejor, lograr que nuestros pensamientos dejen de ser obsesivos
para ser productivos. Esto se consigue siendo más proactivos e identificando
ese tipo de procesos mentales que no nos llevan a ningún lado y que alimentan
el malestar.
No se trata de pensar menos, sino de pensar mejor y
apagar la voz interna que alimenta nuestros miedos.
Hay que detectar nuestras ideas irracionales,
apagar esa voz interna obsesionada en criticarnos, en poner en duda cada cosa
hecha y en alimentar de miedos nuestro futuro, nunca olvidemos que lo que
pensamos también es salud.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia