Carles López Cerezuela.
La instalación de una industria siderometalúrgica en un entorno tan agrario
como el valenciano condicionó la composición socioeconómica del Puerto de
Sagunto. Todos tenemos una historia familiar lejos de aquí. Una historia
familiar de pioneros y supervivientes que vinieron al Puerto a buscarse la
vida. Pero esa mentalidad ha arraigado. Ha echado raices y ha ido incluso
creciendo.
El desarrollismo de los sesenta tuvo que optar entre las dos caras de la
ciudad de Valencia. La cara sur se destinó mayoritariamente al desarrollo
urbano inmobiliario asociado al nuevo turismo de sol y playa. La cara norte sin
embargo se destinó al uso industrial. No hay otra manera de entender la actual
fisonomía de la costa norte que combina entramados industriales con islas
inmobiliarias como la playa de la Pobla de Farnals, Puçol o Canet. Para mi está
claro que el Puerto de Sagunto y su tradición industrial, su mentalidad
industrial, su carácter superviviente tuvo que ver en esa decisión.
Tomada esa decisión de arraigo llegó el fertilizante. Nunca mejor dicho. El
cierre de la siderúrgica integral hace que de nuevo la población del Puerto de
Sagunto se exponga en un escaparate a mendigar puestos de trabajo. La
supervivencia es una mala posición negociadora así que -de nuevo,-como nuestros
abuelos que morían en la Fábrica, tuvimos que aceptar que viniera cualquier
empresa de cualquier manera a cualquier precio (suelo regalado o contaminación
ambiental).
Así hemos configurado un lugar donde se combina una fábrica de
fertilizantes -que además patrocina al emblema deportivo del pueblo- una planta
de oxigeno a pocos metros de las casas y todo un conjunto de empresas
intensivas en mano de obra y con valor añadido de corto recorrido y con centros
de decisión lejos del Puerto.
No es de extrañar por tanto que al aparecer la posibilidad de una
regasificadora y una térmica se aprovechara esa tradición de
"aguante". Al fin y al cabo llevamos años enchufándonos en los
pulmones cemento de la cementera. Visto desde lejos el Puerto de Sagunto es el
lugar ideal para meter cualquier cosa porque tragamos con todo. Somos
reivindicativos pero donde hay un conflicto entre trabajo y lo que sea, gana el
trabajo. Ellos saben que solo tenemos nuestra fuerza de trabajo y saben
subastarla bien para que nos veamos abocados a seguir tragando.
Nuestra gran ubicación geoestratégica y nuestra permisividad superviviente
son perfectas para cualquier iniciativa. Además estamos a merced de diferentes
administraciones. El rio es de la Confederación, el Castillo es del Ministerio,
el Teatro de la Generalitat, la Gerencia del Ayuntamiento, la Nau ni se sabe,
el puerto marítimo es de la APV de Valencia.
Vivimos a la deriva, como el Sorrento. Con la industria incendiada. Esperando
migajas de empleo. Lo que mejor sabemos hacer. O lo único. Mientras tanto el
capital sabe donde y cuando subastar ese empleo. Por eso deslocalizan sin
miedo. Fuimos un pueblo luchador. Ahora somos un pueblo desunido y vencido en
reconversión permanente.
Con estos antecedentes no es
de extrañar que quien tuviera que tomar la decisión de donde llevar el Sorrento
dijera al Puerto de Sagunto. Prescindiendo incluso de considerar si hay o no
astilleros. Desmontar el Sorrento dará trabajo. Y en Mallorca molestaba a los
alemanes que vienen a pasarlo bien y les queda feo. Nosotros, a lo nuestro: si
hay trabajo, que nos quiten lo bailao.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia