El ex alcalde de Bétera, Germán Cotanda presidiendo una procesión. //EPDADesde que se aprobase la Constitución Española en 1978, España se considera un país aconfesional. Esto quiere que decir que los poderes de la Iglesia y del Estado están completamente separados, aunque nuestro país sea mayoritariamente católico. A pesar de que la claridad de nuestra Carta Magna en este asunto, despeja todas las dudas, muchos son los gobernantes que siguen presidiendo procesiones y actos litúrgicos, aunque esa costumbre se está empezando a revisar, sobre todo, por parte de los nuevos alcaldes que ocupan los ayuntamientos desde las pasadas elecciones. Y es que el 24 de mayo no solamente configuró un nuevo mapa político en la comarca de Camp de Túria, desalojando al Partido Popular de muchas alcaldías, sino que comenzó a dibujar una serie de nuevos comportamientos en lo referente a las costumbres y tradiciones que el PP parecía querer conservar.
Tradiciones
Históricamente ha sido siempre la izquierda la más reticente a participar en actos religiosos, aunque en la mayoría de las ocasiones ha terminado por sucumbir a las tradiciones y por no desairar a cierto sector de la sociedad, terminaba desfilando frente al patrón de turno, bien con un cirio encendido o con el bastón de mando. Fueron los dirigentes populares los que más han hecho gala de su estatus y no se lo han pensado dos veces a la hora de presidir cualquier acto litúrgico que tuviese que ver con las fiestas patronales del municipio.
Desde que Compromís ha llegado a la alcaldía en algunos Ayuntamientos de la comarca, se ha comenzado a meditar la conveniencia de presidir o no las fiestas religiosas, después de que Joan Ribó, alcalde de Valencia, se haya negado en rotundo a presidirlas. La más tajante es Cristina Alemany, la primera edila de Bétera, que ha afirmado que no presidirá ninguna procesión “por coherencia, porque desde Compromís siempre se ha actuado así y voy a seguir esa línea. La única fiesta a la asistiré como alcaldesa será a la del 15 de agosto y porque se trata de la fiesta grande de la localidad. Pero no iré a ningún acto religioso más, porque siempre lo hemos hecho así”.
Su colega de partido y alcalde de La Pobla de Vallbona, Josep Vicent García, quien ha eliminado el crucifijo que presidía la alcaldía, se ha mostrado más comprensivo con la celebración de algunos actos festivos, aunque opina que “las fiestas deberían ofrecer algo más aparte de procesiones y misas”. García asegura que acudirá a las procesiones “cuando pueda y lo crea conveniente y cuando no pueda no iré. No es una cuestión que me preocupe mucho porque estoy más preocupado por los vecinos que no tienen trabajo”. Los ciudadanos de La Pobla ya han visto a su actual alcalde, cirio en mano, cuando presidió el Ayuntamiento hace unos años.
Los que no se lo han pensado dos veces a la hora de responder a estas cuestiones, son los políticos del Partido Popular que han conservado sus alcaldías. Francisco Gómez, de Domeño, no ha considerado el hecho de no presidir las procesiones locales “porque forman parte las tradiciones y costumbres de la localidad y como alcalde que soy debo preservarlas”. En Benaguasil, Joaquín Segarra es de la misma opinión que Gómez, ya que seguirá participando en las procesiones y actos litúrgicos “porque las fiestas son parte de nuestro pueblo y de nuestros principios. Consideramos que es importante seguir con las tradiciones, estar al lado de la sociedad a la que representas y compartir con ellos cuántas manifestaciones son significativas para Benaguasil porque son un claro reflejo del sentir del pueblo”.
Protagonistas
El concejal de Fiestas de Benisanó, Rafa Navarro, se estrena en el cargo afrontando esta dicotomía. Navarro considera que “es importante asistir a la procesión de la patrona por continuar con la costumbre y la tradición y por considerarlo uno de los actos oficiales más importantes de Benisanó. Al resto de actos religiosos que se celebren en la localidad asistiré como vecino porque creo que el protagonismo lo deben tener aquellos que lo organicen y no nosotros”.
Aunque es una de las cuestiones más polémicas, junto a la supresión de los festejos taurinos, los nuevos equipos de gobierno no se la han llegado a plantear con carácter de urgencia porque consideran que hay asuntos más importantes y más urgentes que solucionar. Muchos tomarán la decisión de asistir o no, conforme se vayan acercando las fiestas patronales.
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