Manuel J. Ibáñez Ferriol /EPDA El esfuerzo, cuando lo hace una persona, es una actividad física vigorosa contra alguna resistencia, o bien una actividad intelectual intensa y prolongada (por ejemplo, estudiar durante varias horas). Esforzarse es «poner toda nuestra energía en la tarea que estamos realizando».
El esfuerzo es costoso. El esfuerzo físico cansa el cuerpo. El esfuerzo intelectual prolongado causa fatiga psicológica. Pero si la persona consigue aquello por lo cual se ha esforzado, normalmente solo por lograrlo obtiene una satisfacción que le compensa. Puede haber otras recompensasː un premio por ganar una carrera, un título académico que dé acceso a un buen trabajo, un descubrimiento que sea útil a la humanidad y proporcione fama, etc.
Se suele asociar el esfuerzo con la perseverancia (también llamada persistencia o constancia). Conviene diferenciarlos. El esfuerzo suele referirse a que la persona, en un momento dado, dedica todas sus energías a algo. Tiene, por tanto, un carácter puntual, a veces agónico. La perseverancia define más bien un esfuerzo, quizá no de la máxima intensidad, pero sí, suficiente, mantenido a lo largo de un tiempo que puede ser muy prolongado.
Tenacidad, trabajo, resistencia, paciencia … son adjetivos relacionados con el esfuerzo. En el deporte, el mejor de los premios al esfuerzo, es conseguir ser el número 1, o en este caso ser campeonas mundiales.
Pocos habíamos hecho caso, al futbol femenino. Se tenía como deporte menor, alocado, caprichoso y bueno pues ya se sabe las chicas que quieren imitar a los hombres. Nada más lejos de la realidad. El balompié, en versión femenina, es importantísimo. La técnica, elegancia, feminidad, se ve transportada hacia una forma deportiva demasiado masculinizada. Como siempre, hemos minusvalorado la gran labor de unas jóvenes entusiastas que nos han hecho vibrar practicando el llamado “deporte rey”.
Hemos de valorar más las actividades que realizan nuestras mujeres. Y debemos reivindicar la práctica continuada del futbol femenino, animando, ayudando y siendo los mejores apoyos con estas mujeres valientes, aguerridas, luchadoras … que han hecho del esfuerzo su mejor baza, convirtiéndose en campeonas mundiales, nada menos que contra la selección inglesa.
Sintamos el orgullo propio, de una gesta, a la que no les ha sido sencillo llegar. Su trabajo, debe ser premiado con las más deliciosas mieles del olimpo futbolístico. Enhorabuena chicas.
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