Carles López.
La obsesión de los
mercados financieros todo este tiempo ha sido comprobar si los salarios se
ajustaban al modelo que se espera de España. Lo llaman contención salarial:
trabajar más por menos dinero como si eso fuera rentable para alguien.
Los salarios no
funcionan igual en todos los sectores de producción. En el sector servicios,
por ejemplo, es la demanda interna la que determina su funcionamiento. Lo que
gastamos aquí hace rentable el servicio de aquí. No ocurre igual en el sector
industrial donde la competencia es internacional ya que puedes traer el mismo
componente desde la India y estudiar los costes de transporte para comprobar la
rentabilidad.
Así pues, el sector
industrial depende básicamente tanto de la demanda interna como de las
exportaciones. La teoría de los liberales es que al bajar salarios la bajada
de demanda interna se verá compensada con las exportaciones. Y una mierda. Las
exportaciones no suben porque la subasta de pobres derivada de la globalización
es infinita. Saltándome muchos números y conceptos de clusters, know-how,
costes de oportunidad, ventaja comparativa... etc.... básicamente siempre
habrá alguien que lo haga más barato mientras los costes de transporte sean tan
bajos. Y la demanda interna, lo que compramos los de aquí, si nos bajan los
salarios o nos tiran a la calle pues con bastante lógica se vendrá abajo.
El quid de la
cuestión viene curiosamente de donde no se esperaba. El ambientalismo es la
clave. Los costes de transporte solamente incluyen el cargo de energía
(petroleo) cuyo precio es variable por zonas del mundo. Mientras un producto
que recorre mil kilómetros antes de llegar a tus manos no tenga un peaje de
trazabilidad (costes de contaminación global) tendremos que seguir en esta
subasta de pobres a ver quien produce por menos en desventaja competitiva para
la mano de obra.
La comarca del Camp
de Morvedre tiene todavía un tejido industrial considerable que se va poco a
poco por el sumidero. La demanda interna no arraiga la producción y sin
exportaciones la industria se irá alejando de nuestra ciudad porque siempre
habrá un lugar más pobre que lo haga por menos. Y mientras traerlo de allí sea
barato. Amén. La religión del productivismo seguirá funcionando y jodiendo a
gente como tú.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia