Miguel Á. Martín
Septiembre es un gran mes. Se trata del
mes de las novedades, de los cambios, de las propuestas de enmienda. También
es un mes de calor y tormentas; de olor a libro nuevo (Porque en este país los
libros de texto siempre son nuevos); de muchos gastos extras; en definitiva se
trata de uno de esos meses que no pasan desapercibidos. Excepto para la
política, que parece que todo sigue igual. En este plano de la realidad,
septiembre me produce un estado de ánimo que roza el de los picos de sierra,
así como sentimientos encontrados.
Por una parte, en este final de mes, me
siento contento, que digo contento, me siento MUY CONTENTO por partida doble.
Primero: por fin alguien dimite en el gobierno de Mariano Rajoy y segundo han
dejado aparcada, esperemos que de manera definitiva, una contrarreforma de la
Ley del Aborto que nos situaba a la cola de Europa en cuanto a derechos
civiles. La dimisión de Gallardón ha sido como un leve alivio en una larga
enfermedad política y social en la que se ha convertido el Partido Popular para
todos los españoles. Ahora ya sabemos que el PP no va a cumplir absolutamente
nada de su programa electoral. Tomen nota votantes del PP.
DECEPCIONADO, tras escuchar la turne
mediático-populista del nuevo líder de los socialistas españoles. Oyendo a
Pedro Sanchez da la sensación de la que las elites del PSOE no han entendido en
que están los españoles. Lo más curioso es que le oí opinar de PODEMOS lo
mismo que opina el agorero mayor del TDTParty español Hermann Tertsch. Al
margen de este soplo de aire fresco que puede significar la formación de Pablo
Iglesias, es triste ver como la socialdemocracia española desprecia la democracia
participativa y aquellas propuestas que pretenden que la ciudadanía pueda
pilotar su destino como colectividad.
PREOCUPADO, porque no sé si la izquierda
será capaz, no de ganar unas elecciones, que también, sino de poner en marcha
el proceso de cambio que la sociedad española necesita. Nos encontramos en un
momento clave, en el que no nos sirve el “gatopardismo”, es necesario cambiar
estructuras y conseguir que la política dirija la economía, no a la inversa. Es
el momento de que las elites dejen de quitar y poner “peones” en los ministerios,
y que sea la ciudadanía la que “refunde” este Estado, pero sin pactos de “mesa
camilla”.
A que seguro que esto a algunos
les huele a Populismo Chavista, mientras viajan China. Feliz rentrée…
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