—Ha pasado un año de la fatídica dana, pero el recuerdo y las consecuencias siguen todavía muy latentes. ¿Cuál es su sensación un año después?
—Por un lado, se han hecho muchas cosas y se ha avanzado mucho, pero por otro lado todavía queda mucho por hacer. Parece que sea una afirmación contradictoria, pero creo que la dana se ha afrontado de una manera muy rápida en relación a cómo se ha actuado frente a otras catástrofes. Ha habido un antes y un después de la dana: la respuesta por parte del Estado ha sido muy rápida, sobre todo en la parte de financiación y de aportación. Se han movilizado 16.500 millones de euros. Las primeras actuaciones sobre puentes o carreteras se hicieron de una manera bastante rápida, pero eso no quita que quede todavía muchísimo por hacer. Y es cierto que la sensación de las personas que viven en la zona, cuando todavía hay servicios que no tienen, y que van a tener un proceso un poquito más lento, les pueda parecer que la reconstrucción va lenta.
—Aunque es muy complicado poner una fecha, ¿en qué punto diría que se encuentra la reconstrucción?
—Actualmente nos encontramos en el momento en el que se están realizando ya las obras destinadas a reparar las infraestructuras que teníamos. Pero, al mismo tiempo, es el momento en el que tenemos que repensar las ciudades a largo plazo. Ahora se están llevando a cabo muchos trabajos de aseguramiento de cauces y de recuperación de infraestructuras municipales. Eso sí, lo estamos haciendo de una forma mucho más resiliente: cambiándolas de ubicación si hay que cambiarlas, elevándolas una planta si hay que elevarlas, mejorándolas y haciéndolas más eficientes… Pero también es el momento de que empecemos a plantearnos, y los municipios empiecen a reflexionar sobre cómo quieren ser en el futuro, buscando soluciones a largo plazo, para que nuestros municipios puedan estar adaptados a otra catástrofe como la que ha sucedido y para que, si vuelve a ocurrir, el impacto no sea el mismo.
—Recientemente, nos hemos vuelto a enfrentar a un episodio de lluvias torrenciales, con la dana Alice. ¿Estamos preparados en materia de infraestructuras hidráulicas y de prevención ante un episodio como el del 29 de octubre de 2024?
—En este momento, si volviese a pasar lo mismo que pasó ese día, el impacto no sería el mismo, gracias a las obras que ya se están realizando por parte de la Confederación Hidrográfica del Júcar. Pero, evidentemente, todavía quedan muchísimas más obras que hacer para poder minimizar el riesgo de una avenida como la que pasó. Y también vimos en las últimas lluvias, cómo la manera de actuar por parte de la Generalitat y de Emergencias ha sido otra, que también hace que se minimice el impacto, sobre todo en vidas humanas.
—Existen grandes proyectos en los barrancos del Poyo, la Saleta y el Pozalet que se quedaron en el tintero. ¿Qué previsión hay desde el Gobierno para retomar o reformular esas actuaciones? ¿Se está trabajando en ello?
—Sí. Hay más de 200 millones dedicados a las obras de emergencia, que ya se están realizando, asegurando sobre todo los pueblos y las ciudades de esas avenidas. Después, hay una segunda parte que entra dentro del Plan para la recuperación y mejora de la resiliencia frente a las inundaciones. Este plan, por un lado, está en exposición pública y se han hecho muchísimas aportaciones, y, por otro lado, repiensa el futuro, cogiendo proyectos que ya estaban muy avanzados y reformulándolos para que sean mejores todavía, y planificando nuevos proyectos para poder asegurar muchísimas zonas. Además, también se tienen en cuenta cuestiones relacionadas con la utilización del entorno y de la vegetación para la absorción de agua, lugares de laminación... Va a ser un proyecto muy integral, que permitirá que los cauces de los ríos tengan muchísima más capacidad de adaptación a las avenidas. Este plan tiene en este momento 550 millones iniciales, pero se ampliará conforme vaya necesitándose esa dotación. Ya hay algunos proyectos que están muy avanzados y se licitarán a final de año, por ejemplo, el desvío del Barranco de la Saleta.
—Entiendo que hay otros proyectos que son más a largo plazo, ¿no?
—Claro. Lo que se ha hecho es intentar que esa parte más a largo plazo, esas obras grandes y proyectos que ya estaban avanzados, se han cogido y se han mejorado. Por ejemplo, si ya había un proyecto muy avanzado para el desvío de la Saleta, lo que se ha hecho es mejorar ese proyecto para ponerlo en marcha de la manera más rápida posible. Después, hay otros que se están empezando desde cero. Entonces, este plan reúne esas dos condiciones. Muchas de esas obras van a acabarse ya dentro de poco. Respecto a los cauces, en casi todas las ciudades vemos máquinas trabajando. La parte de actuación de la Confederación en los cauces está haciéndose en esos dos sentidos: una parte de asegurar los municipios y después esa parte más a largo plazo, que ha salido a exposición pública, que han habido muchas aportaciones. Lo que hemos hecho es abrir un proceso de participación, en el que nosotros y la Confederación explicamos a quien quiere escuchar. Hemos abierto ese proceso de participación, porque somos conscientes de que la gente tiene miedo y tiene que conocer técnicamente cuáles son las soluciones que se están aportando a sus cauces, y lo estamos haciendo, aunque no es fácil.
—Respecto a esos proyectos que ya existían, hemos visto cómo el PP y el PSOE se acusan mutuamente de frenarlos, años atrás y en diferentes ocasiones… ¿Qué opina respecto a esto?
—Yo creo que lo que se tiene que hacer es actuar, que ahora además es una ventana de oportunidad para repensar los cauces. Yo nunca voy a entrar en polémicas de tú aquí y tú allí. Mi papel en el comisionado es que todo salga adelante y que podamos salir mejores de esta situación, y es a lo que me voy a dedicar. Me voy a dedicar a criticar lo mínimo posible. Yo no voy a entrar en disputas, ahora es el momento de actuar y mi trabajo va a ser siempre empujar todos los proyectos y trasladar las preocupaciones, tanto de los municipios como de las asociaciones, colectivos y ciudadanos con los que estamos en permanente contacto.
—¿Cree que, desde el principio, se ha politizado demasiado la tragedia, tanto en la búsqueda de responsables como en la reconstrucción?
—No quiero entrar en muchas polémicas para no dañar a la reconstrucción realmente. El juzgado de Catarroja está clarificando qué es lo que pasó y qué es lo que no pasó. Yo, desde que he entrado al cargo, una de las cosas que me he dedicado más a hacer es desmentir bulos sobre las ayudas del Gobierno, sobre qué se hace o qué no se hace… y muchos de estos bulos han sido institucionalizados, que venían de la Generalitat. Yo creo que eso es peligroso, porque daña, no al gobierno de España, sino a los ciudadanos, porque la crítica es siempre muy sana, pero la crítica falsa genera inseguridad en el ciudadano. Por eso nunca entraré a criticar o no criticar una ayuda que haga el Gobierno ni a ponerla en duda. Y menos a decir cosas que no son verdaderas en relación con la actuación de la Generalitat. A mí nunca me van a encontrar en el marco de la confrontación, pero tampoco voy a dejar ni a permitir que se dañe la reconstrucción, faltando absolutamente y descaradamente a la verdad.
—Hablaba de confrontación, ¿cree que sobra confrontación y falta un poco más de coordinación?
—Yo creo que existe mucha coordinación. Desde el primer momento, justo cuando ocurrió este suceso, empezaron las primeras reuniones entre los ministros del Gobierno de España y los diferentes consellers de la Generalitat Valenciana. Y después ha seguido existiendo coordinación en todos los niveles, porque las administraciones no podrían funcionar sin esa coordinación. También es verdad que una gran parte de las actuaciones del Gobierno de España van relacionadas con competencias municipales. Es decir, nosotros financiamos al 100% las infraestructuras municipales y de las diputaciones o la reparación de todo el alcantarillado, por ejemplo. Es ahí donde estamos, acompañando a los municipios, a los alcaldes y alcaldesas, en algo que ha pasado en sus municipios y que supera absolutamente la capacidad de cualquier ayuntamiento. Por lo tanto, vamos a estar con ellos. Son ellos realmente con los que tenemos y debemos tener la mayor parte de coordinación.
—¿Cómo es la relación con la Generalitat en la actualidad? Por ejemplo, con el vicepresidente segundo y conseller para la Recuperación…
—Fue de las primeras personas que me felicitó cuando me nombraron y tuve la oportunidad también de reunirme con él, además de haber compartido algún foro. Por lo tanto, una relación cordial. Nos hemos reunido también con otros consellers. La relación es más fluida de lo que parece. No hay un problema específico ni hay una negativa por ninguna de las dos partes, ni a reunirse cuando es necesario, ni a ver los espacios conjuntos. Por ejemplo, la Confederación Hidrográfica del Júcar tiene reuniones constantes con Medio Ambiente, porque hay muchos aspectos competenciales en los cuales juegan las dos partes. Se producen reuniones a nivel técnico todo el rato. Esa interrelación entre el Estado y las comunidades autónomas sucede casi de forma natural. Evidentemente, frente a un suceso como este, mucho más. Yo creo que las voces de falta de coordinación han sido siempre interesadas para una parte, que no ha estado donde tenía que estar, ni en el primer momento ni en la reconstrucción.
—¿Por qué no se creó, así como se ha hecho en otros episodios como en el volcán de La Palma, una comisión mixta entre ambas administraciones?
—No se creó porque algunas administraciones estaban centradas en otros problemas, en salir del bucle de mentiras en el que se habían metido. En ese momento, no estaban pendientes de la reconstrucción, estaban pendientes de otras cosas.
—Respecto a las ayudas del Gobierno, todavía se oyen voces críticas respecto a la lentitud en la gestión. ¿Qué se ha ejecutado realmente de esas partidas y qué queda pendiente por materializar?
—Es otro bulo. No hay nadie que haya pedido una ayuda, que no haya recibido dinero. Nadie. No es verdad. Primero, porque el nivel de ejecución en las ayudas a los ciudadanos es muy alto. Segundo, porque, además, existe una cosa que son los anticipos. No es verdad que no estén llegando. Y, es más, la mayor parte de las ayudas tienen un desembolso previo, es decir, se dan previamente al 100%. Respecto a eso, yo creo que ha habido un antes y un después en cómo se gestionan las emergencias y, en este caso, en cómo se gestiona la reconstrucción y el sistema de ayudas. Los expedientes que quedan son quizás un poco más complicados, porque se ha hecho una peritación, porque, cuando hablamos del dinero de las ayudas o del dinero de la reconstrucción en general, estamos hablando de dinero público, es decir, de todos los ciudadanos y las ciudadanas. Por lo tanto, yo creo que tiene que haber celeridad, que llegue lo más rápido posible, y control también, porque es el dinero que todos los españoles pagan con sus impuestos. Y ahí otra cosa a remarcar es la importancia que tiene el Estado —y con Estado digo, Estado, comunidad autónoma, es decir, el sistema español en sí— en momentos de catástrofe. En otros países, la respuesta es mucho más lenta y se cubren muchísimas menos cosas. España es un estado social tan fuerte, que contestamos rápidamente a este tipo de catástrofes y a la reconstrucción de las mismas. En estos momentos, en los momentos de catástrofe, es cuando hay que poner en valor esa aportación que hacemos todos. Yo creo que es fundamental y se habla poco.
—Para finalizar, asumió el cargo de comisionada nueve meses después de la dana, tras la dimisión de José María Ángel Batalla. ¿Cómo fue contraer esa responsabilidad?
—Es un honor muy grande y también una responsabilidad muy grande. Primera, que confíen en ti para hacer este tipo de trabajo y, después, todo lo que supone. Yo me voy a dejar la piel para que los ayuntamientos puedan salir adelante, para que los colectivos puedan participar, para que las heridas puedan empezar a cerrarse, o al menos a curarse un poco, para que las personas que no tienen voz, que se han visto mucho más afectadas, puedan tener un mejor sitio cuando volvamos a repensar esas ciudades. Pero es una cosa que no me viene de nuevo. Es decir, no es que entre nueve meses después y no haya tenido ningún contacto con la dana. Yo era asesora de la Secretaría de Estado de Política Territorial, y fuimos los que nos encargamos en un primer momento de la coordinación de todo. Después, me nombraron coordinadora del Comité de Expertos para la Reconstrucción y Reparación de los Daños Provocados por la Dana, y desde ahí ya estábamos haciendo un papel para poder aunar la ciencia con la participación de los colegios profesionales y de los agentes sociales y la sociedad civil. No me llega de nuevo, pero evidentemente asumo un papel con muchísima más responsabilidad.