El
órdago catalán
ya se ha completado. Y como no podía ser de otra manera, desde este escaño también nos vemos arrastrados por la marea de opinadores, atalayas y altavoces que se suman a arrimar el ascua a sus entendederas particulares con respecto al problema catalán, ya transmutado en desafío en toda regla.
A mi provinciano entender, y aún a la espera que desde
los madriles
se atrevan a pronunciar el nombre del 130
President de Catalunya
(si le dan un acento británico o nipón, apuesten ustedes),
Artur Mas
les ha colado un gol por la escuadra en el descuento, en los minutos basura. Se inmola como nuevo
pater de la patria
-sacrificado y estadista-, consigue sortear las elecciones dónde
Convergència
se las veía muy magras y así puede ponerse manos a la obra con la restauración del nuevo espacio centrista y soberanista que renazca de las cenizas de
CDC
, y humilla a las hasta ahora irreductibles
CUP
poniéndolas a su servicio, incidiendo en su división y marcándoles el paso. Incluso se lleva un comunicado entonando el
mea culpa
de los antisistema, lo nunca visto.
Pasamos pues en 48 horas del enfriamiento y la frustación del
procés de desconnexió
, a la euforia del momento pre-independentista sostenido por la investidura de
Carles Puigdemont
. Y todo ello ante un gobierno español en funciones, con sede vacante y sumido en la desconocida dimensión de los pactos. Con un
Rajoy
que de nuevo se retroalimenta de los, para muchos, desvaríos catalanes y con un
Sánchez
que de vuelta de su periplo portugués para aprender como se hace una coalición de perdedores contra la fuerza mayoritaria, le estalla la
pica en Flandes
catalana en formato de fado desgarrador. Toda la presión posible para un dirigente, para mi, amortizado y maniatado.
Por que el
PSOE
se debate entre lo malo y lo peor. El callejón sin salida de su supervivencia como opción política se dibuja entre facilitar el acceso del
PP
de nuevo al poder -con la indignación de su electorado más visceral- o jugársela a unas nuevas elecciones generales -haciéndose el
harakiri
ante un crecido
Podemos
-. Ya que el divertido
frente popular
con
Iglesias
y
Garzón
(90+69+2) no llega a los 176, y ya no puede contar con los diputados independentistas catalanes (17), los cuales ya se han despedido de todos nosotros.