Hasta
hace nada, nadie sabÃa qué era eso del Black Friday. Es más, si lo
traducimos textualmente como Viernes Negro, daba un no sé qué, que
entraban ganas de cruzar los dedos ante la llegada de ese dÃa, por
cenizo. Porque, aunque bien pensado pueda no ser todo lo
polÃticamente correcto que debiera, lo cierto es que el color negro
siempre se asimila a desgracias.
Sin
embargo, nada de eso. Al menos en principio. En otras latitudes a las
que somos aficionados a imitar, ese dÃa supone un dÃa de compras
desenfrenadas. Algo asà como el "ya es primavera en el Corte
Inglés" pero a lo bestia y en invierno.
Cierto
es que los comercios necesitan algo más que un empujón para salir
adelante entre pandemia y restricciones., Y eso lo que han logrado
sobrevivir, que ya sabemos que muchos de ellos echaron la persiana
para siempre definitivamente. Pero, por lo que leo y oigo, esto del
viernes negro no es algo que les vaya a salvar la vida. Es más, si
se descuidan, igual les fastidia más, porque si se suben al carro
grandes cadenas y plataformas on line, la mercerÃa de Rosa o la
relojerÃa de David tiene poco que hacer.
No
sé a qué viene ese vicio nuestro de adoptar las costumbres que nos
son ajenas y meterlas con calzador en nuestras vidas. Ya hace tiempo
que en muchas casas el regordete Papá Noel desplazó a nuestros
sobrios Reyes Magos, que no andan riéndose todo el tiempo ni falta
que les hace. También se fue abriendo paso el Halloween, una fiesta
de disfraces terrorÃficos, frente a nuestro recogimiento de Todos
los Santos, Tenorio incluido. Ahora, el Black Friday viene a
conformar esta manÃa, con lo poco que costarÃa llamarlos "rebajas"
y hacerlas cuanto toque y tenga sentido.
Pero
nos deslumbramos, o nos dejamos deslumbrar con los intereses que
otros quieren colarnos a toda costa. No me extrañarÃa que el dÃa
menos pensado celebremos el DÃa de Acción de gracias o el 4 de
julio. Pero la verdad, cuanto más tarde, mejor.
De
todos modos, no todo es tonterÃa importada. Seguro que si
planteáramos que las vacaciones de Navidad se acaben el Nochevieja
porque ya hemos hecho todo lo que habÃa que hacer, todo el mundo
responderÃa airado recordando a los Reyes Magos. Porque cuando nos
conviene, el sentimiento patrio asoma por cualquier lado. Y es que
con las cosas de comer no se juega. Y a buen comer no nos gana nadie.
Al menos, de momento.