Han pasado dos años desde que DarÃo Moreno revalidó su mandato al frente del Ayuntamiento de Sagunto. Dos años que, lejos de traer soluciones, han intensificado los problemas de fondo que arrastra nuestra ciudad. El proyecto prometido como progresista, moderno y transformador se ha convertido, en la práctica, en una gestión errática, improvisada y cada vez más alejada de las verdaderas prioridades de las vecinas y vecinos.
La limpieza de la ciudad es un buen ejemplo de ello. El cambio de dirección en la SAG se vendió como el inicio de una nueva etapa. Se nos prometieron mejoras visibles, eficiencia y una modernización que nunca llegó. La realidad es bien distinta: las calles están más sucias que nunca, los contenedores desbordados, y las quejas de la ciudadanÃa -y de los propios trabajadores de la empresa pública- aumentan semana tras semana. ¿Dónde está ese salto cualitativo que nos prometieron? A dÃa de hoy, seguimos esperando.
Algo parecido sucede con nuestras playas, que deberÃan ser un motor económico, turÃstico y social. El estado de abandono y dejadez es evidente. Mientras otros municipios cuidan con mimo su litoral, aquà nos falta presión, compromiso y visión. Se anuncian inversiones, pero no llegan; se detectan problemas, pero no se actúa. Las playas se deterioran ante la pasividad institucional, y con ellas se resiente el tejido comercial y social que las rodea.
Las polÃticas fiscales de este gobierno local están generando un malestar creciente. El incremento de la tasa de basuras -sin progresividad ni compensaciones- ha supuesto una carga añadida para muchas familias. En paralelo, el ámbito deportivo también ha sufrido una subida de tasas injustificada, afectando tanto a clubes como a personas usuarias. Lo preocupante es que estos esfuerzos económicos no se ven reflejados en una mejora de los servicios. Es una gestión que exige más, pero ofrece menos.
Y en este catálogo de despropósitos no puede faltar el mal llamado "carril bici". Un proyecto que podrÃa haber sido una mejora, pero que se ha convertido en una imposición sin diálogo ni consenso. Mal ejecutado, peligroso en algunos tramos, e innecesario en otros. Un sÃmbolo perfecto de un gobierno que aplica polÃticas de escaparate sin tener en cuenta la realidad del municipio.
La guinda del pastel la ponen las últimas modificaciones urbanÃsticas, orientadas más a favorecer determinados intereses que a mejorar la calidad de vida. Se reducen metros mÃnimos por vivienda, se amplÃan alturas y densidades, pero no hay nuevos servicios, ni equipamientos, ni mejoras en la accesibilidad o sostenibilidad. Un modelo que parece más pensado para especular que para vivir.
Tras dos años, la sensación generalizada es clara: no se gobierna para la ciudadanÃa, sino de espaldas a ella. Sagunto merece algo mejor. Menos propaganda y más gestión. Menos ocurrencias y más soluciones reales. Porque el tiempo pasa… y cada dÃa perdido es un problema más para quienes aquà vivimos.