El
PP
no sabe por dónde pisar. A cada paso le explota algo nuevo. Es una herencia insoportable. Una mochila demasiado pesada. Y más aún para la formación popular valenciana. Las palabras asco y vergüenza son una constante entre militantes, bases y simpatizantes, lo cual indica que el
reseteo
en el partido de la calle Quart debe de ser una realidad inexorable.
Cuando gobiernas durante muchos años y eres la fuerza mayoritaria, el
seguidismo
dentro de las formaciones políticas es una constante, todos son unos fenómenos y la autocrítica es poca y floja. El silencio y la
impunidad
cuando las cosas van bien funciona en el mundo político, que es uno de los más desagradecidos.
Hoy puedes estar en lo más alto y mañana estar en el olvido, casos ha habido muchos y habrán por los tiempos de los tiempos. Amén.
Después de asumir
el mayor poder durante décadas
tanto a nivel local, provincial y autonómico junto a un gobierno nacional, con una amplia mayoría absoluta, se ha pasado a un
erial
. Los pactos entre múltiples formaciones ha hecho que la formación popular no gobierne en casi ningún sitio donde no haya alcanzado mayoría absoluta, lo mismo le sucede en el resto de administraciones y en el gobierno central, donde no se mantiene un gobierno sólo con un discurso económico. Su puesta en escena ha fallado estrepitosamente...
Los últimos casos aparecidos en prensa, tanto de la
Operación Taula
más la situación de los populares en
Valencia ciudad
y su presunta financiación ilegal debe de hacer replantearse toda la estrategia desde cero.
Isabel Bonig
plantea una refundación total de ideas y caras, además de atreverse a renovar el proyecto y las alianzas. Los tiempos de la política han cambiado y han de ponerse al día. Cambiando la forma de comunicar, volver a abrir las ventanas, salir a la calle y hablar con todos y de todo. Ahora o nunca.