El hÃgado es un órgano
sentimental, tanto como el estómago o el mismÃsimo corazón. Citamos a uno u
otro para explicar brevemente qué sentimos ante lo que detestamos, lo que nos
angustia y lo que nos duele. Asà andamos, tocados de las vÃsceras.
Una mayorÃa
importante de polÃticos y de gobernantes toman decisiones con sus vÃsceras que
es la mejor manera de atacar a las nuestras para ponernos (enfermos) del
hÃgado, que se nos revuelva el estómago o para que se nos parta el corazón.
Llevamos dos meses
escuchándoles un nuevo malabarismo visceral: "Los alcaldes, por elección
directa".
No sé qué vÃscera
promueve la mentira y la demagogia, pero ese tipo de polÃticos la tienen y
muy desarrollada.
MuchÃsimos
estarÃamos de acuerdo en que los alcaldes fueran elegidos directamente por los
vecinos, ¡claro que sÃ!, pero a través de listas electorales abiertas.
Esos polÃticos que
dicen hablar con el corazón, mienten. Realmente lo hacen desde el estómago (¡ya
me entienden!) y desde esa vÃscera irreconocible para la mayorÃa de los
demócratas que alienta también la demagogia.
Esa presunta medida
de "regeneración democrática" –que acabará convirtiéndose en otro "traje a
medida", si dejamos a solas al sastre y a quien lo compra con el dinero de
todos- pretende únicamente que la lista más votada (con un 40%) se convierta
automáticamente en el 51% de los miembros de una Corporación municipal. Y al
60% restante, que le den.
Ni la evidencia
matemática de ese resultado, ni la lógica de la Razón (que no reside en
ninguna vÃscera), sostienen una propuesta que solo aspira a alimentar el
apetito descomunal de quienes detentan el poder en su propio beneficio.
Que no se engañe
nadie, la lista más votada no significa la elección directa del alcalde porque
seguiremos votando candidaturas cerradas. Y, en cualquier caso, los electores
que confÃen en otras listas que, sumadas entre sÃ, alcancen una mayorÃa sólida
para gobernar con seriedad, con valores comunes y actitudes conciliadoras,
habrán demostrado que suma más lo que une que lo que separa.
La mayorÃa de los
ciudadanos aplaudirÃamos con ganas esa modificación para reforzar el
compromiso polÃtico real de la ciudadanÃa con sus representados, ¡claro que
sÃ!, pero tras un debate serio, responsable y conciliador. Sin un horizonte
próximo -mayo de 2015- que debilite enormemente su importancia polÃtica y lo
convierta en una detestable urgencia electoralista.
Asà que, mientras
siga habiendo tanto polÃtico tramposo en escena, me seguirá poniendo del hÃgado
tanta mentira, me seguirá revolviendo el estómago tanta sinvergonzonerÃa y me
seguirá partiendo el corazón escucharles justificar su desmedido descaro "por
el bien de España"
¿Alcaldes por
elección directa? ¡anda ya! ("¡Joder, qué tropa!")