"No entres dócilmente en esa buena noche" Recitaba un melancólico Michael Caine en la pelÃcula de culto, Interstellar.
Con las Elecciones en el horizonte de sucesos, esa frontera imaginaria que debemos atravesar para poder observar lo que nos espera al otro lado, no queda más que dejar nuestra nave a su suerte y revisar con tranquilidad lo que ha supuesto el trayecto hasta el dÃa de hoy.
Los polÃticos nos vemos obligados a mirar con un ojo a ese agujero negro, una enormidad terrible de la que apenas sabemos nada, y con el otro, al camino que nos llevó directos a esa incertidumbre.
Y es que, amigos mÃos, el vértigo que sufrimos al echar la vista atrás se torna mareante cuando nos percatamos de lo relativo que es el tiempo en una legislatura… A su comienzo, cuatro años parecen un mundo, al final de la partida resultan casi siempre insuficientes.
"No entres dócilmente en esa buena noche" No deja de ser una alegorÃa que invita a luchar contra lo inevitable. Los polÃticos cometemos el error de pelear con más fuerza justo antes del final, en un vano intento para no morir en la orilla. Deseamos llegar con garantÃas a ese "todo o nada" que supone atravesar el horizonte de sucesos, tras el cual seremos lanzados a un nuevo universo de cuatro años, o por el contrario se nos tragará el olvido y la oscuridad más absolutos.
El fallo consiste en no echar la vista atrás y darnos cuenta que la batalla solo espera un final, que la lucha la hemos venido haciendo diariamente, con las decisiones tomadas en inversión municipal, con nuestra gestión de la pandemia, intentando mejorar la vida de nuestros vecinos y vecinas, con la preocupación constante que supone dar solución a problemas cotidianos de la ciudadanÃa…
Los que han pasado el viaje sin hacer nada son los que no deberÃan concurrir dócilmente a las elecciones, sin embargo los que hayan hecho los deberes tendrÃan que limitarse a domeñar el vértigo, recordar lo pasado y dejarse llevar por la inexorable y tremenda fuerza de atracción del mes de mayo.
Seguir la inercia de lo propuesto y conseguido, las noches sin dormir, los duros plenos, los retrasos administrativos y las trabas burocráticas de una implacable administración que no entiende de polÃtica o de necesidades reales… Ese espacio recorrido es nuestra lucha, aquello que nos define y defiende ante la eterna espada de Damocles empuñada por las manos del pueblo.
Ante mÃ, una gran incógnita… ¿Habrá sido suficiente todo lo bregado durante cuatro largos años para atravesar con éxito ese horizonte incierto de sucesos? No lo sé, nadie lo sabe.
Pero una cosa sà tengo clara: A falta de unos meses, da mucho vértigo echar la vista atrás