En cualquier circunstancia
se exige responsabilidad, buen trabajo, la exacta disciplina y una visión global
y cercana a todos aquellos que, con su voto, ejercen con legitimidad su
opinión.
Pero, en ocasiones, la
responsabilidad requiere perspectiva o, al menos, justificación. La
responsabilidad de gobernar no es un simple ejercicio de finÃsima y ajustada
arquitectura sino una tarea, un digno comportamiento desde la unión, jamás
desde la división, cediendo a veces y otras no
Todo aquello que rompe el
preciso y leal comportamiento en la unidad y el entendimiento se diluye, se
evapora sino no se trasluce en vÃnculos de interés común que, cual rompedizo
cristal, se evapora en intereses partidistas y personales.
Existe, pues, ese deseo de
rompimiento, de lealtad al consenso, de división que a nada conduce pero que
perturba el normal funcionamiento de nuestro paÃs; el compromiso de todos es
ese continuo proyecto de progreso y materialización y avances desde todas las
perspectivas. Trabajo y unión para avanzar y para mejorar, atendiendo primero a
quien primero está, y quien primero está es aquel que primero necesita todas
las cosas
Nuestro paÃs es una
realidad pero por encima de todo ha de ser un proyecto cohesionado, eficaz,
cercano, próspero, próximo al ciudadano porque éste, en su preciso y constante
ejercicio y derecho, ha de manifestar de forma lúcida y razonable todas
aquellas deficiencias que existen a su alrededor para mejorarlas en la medida
de lo posible y con la mayor celeridad y cohesión posibles en una voluntad de
entendimiento incuestionable y vertebradora
El ciudadano sea de donde sea,
viva donde viva o proceda circunstancialmente de donde proceda ha de obrar al
margen de procedimientos exclusivamente partidistas porque el ciudadano, cada
uno de ellos, ejerce su libertad para mejorar en sus dificultades. No hay
territorios sino personas. No hay personas sin ese vÃnculo que equilibra la
realidad social más inmediata y modera todos los esfuerzos comunes sin
divisiones.
Todo gobernante lo es en la
medida en la que los demás lo son. Por ello todo gobierno, todo polÃtico y
todo partido ha de aparcar voluntades que se aparten del bien común.
Los partidos polÃticos nos
representan pero nosotros somos parte inequÃvoca de ellos.