Como pasa una vez cada cuatro años, tras los Juegos OlÃmpicos han
tomado el relevo sus sucesores en la atención del mundo, los Juegos
ParalÃmpicos. O, al menos, los que deberÃan ser sus sucesores.
Porque del dicho al hecho hay un ben trecho y no es oro todo lo que
reluce. Por desgracia.
Llevamos ya muchas jornadas de juegos y, aunque alguna alusión si
que se ha hecho, aunque fuera de pasada, nos queda mucho camino. Y, a
pesar de que casi todos conocemos el nombre de Teresa Perales y de
algún otro héroe o heroÃna más, no vemos sino la punta del
iceberg. O, a veces, ni eso. Y es que estos auténticos campeones del
deporte y de la vida merecerÃan más atención que nadie. Porque sus
gestas son auténticas proezas.
Siendo realistas, los Juegos ParalÃmpicos aparecen como una especie
de hermanos pequeños del coloso, los Juegos OlÃmpicos. Quizás por
ello se celebran en una fecha mucho menos propicia a sesiones de
sillón ball para disfrutar de ellos. ¿No hubieran tenido más
repercusión si, como sus predecesores, se celebraran en época de
vacaciones? Además de darnos la oportunidad de seguirlos a los
adultos, serÃa una magnifica oportunidad para niños y niñas el
poder comprobar cómo el esfuerzo y la superación tienen recompensa,
como se pueden lograr grandes cosas a pesar de que la diosa Fortuna
haya puesto más piedras en su camino y cómo el verdadero espÃritu
olÃmpico puede ser cosa de mucha gente y no de unos cuantos
privilegiados.
Se me ponen los ojos como platos y el corazón en un puño de ver las
evoluciones de tan excelentes atletas. Quienes ganan medallas y
quienes no las ganan. Haber llegado hasta ahà es toda una lección.
Hablábamos en estas mismas páginas durante los Juegos OlÃmpicos
del ninguneo que en general se tiene a los llamados deportes
minoritarios, más aún cuando son femeninos. Y en este caso, se riza
el rizo. Porque a ese ninguneo hay que añadirle la condición de
ParalÃmpicos, como si se tratara de una cosa menor en vez de verlo
como algo superlativo. Y ojo, que sus marcas son dignas del mejor de
los estadios. LeÃa hace nada que en alguna prueba las marcas
registradas hubieran sido acreedoras de medallas olÃmpicas en los
pasados Juegos.
¿Por qué no les hacemos más caso? ¿Por qué se limitan los
medios, en la mayor parte de casos, a darnos una breve reseña de las
medallas obtenidas por nuestro paÃs –que son muchas, por cierto-?
Quizás la dichosa audiencia tenga la culpa, pero también es difÃcil
que una audiencia demande algo que no conoce. Y que conozca algo que
no le enseñan. Tal vez, solo tal vez, si a los niños y
adolescentes, en vez de meterles en vena a los astros del balompié y
a todas sus actividades, deportivas o no, les mostraran las proezas
de estos otros deportistas, podrÃan elegir mejor sus Ãdolos. Y
también tal vez, si se les diera un trato similar, no quedarÃan
deslumbrador por el glamour de unos futbolistas que cada dÃa tiene
menos de deportistas y podrÃan dirigir su mirada más allá
Asà que al menos desde aquÃ, mi aplauso y mi homenaje a quienes dÃa
a dÃa no solo superan las dificultades que la vida ha puesto en su
camino sino que las convierten en un motivo más de admiración.
Bravo por su coraje, por su esfuerzo y por su valor. Campeones y
campeonas dentro y fuera de las pistas. Ojala recibieran todos los
aplausos que merecen. A buen seguro que nos romperÃamos las manos.
De momento, aquà está el mÃo. ¿Quién se suma?