Reivindicar el autogobierno valenciano y sus instituciones como seña de identidad originaria y privativa del pueblo valenciano, promocionar y promover el conocimiento de la historia, la cultura..., divulgar el valor del autogobierno como elemento vertebrador y cohesionador….
Son algunas de las proclamas del manifiesto del ya conocido como Año Jaume I. A ellas se suma declarar el 2026 como, efectivamente, dedicado al monarca fundador del Reino de Valencia para, de esa manera, ensalzar la importancia de su figura.
Fueron leídas en un acto que entremezcló solemnidad y energía (circunstancia más complicada de crear de lo que parece) en la azotea de uno los múltiples palacetes de Valencia que pasan desapercibidos por formar parte del céntrico cogollo urbano. Se trata de uno de esos edificios de los que por pasar tanto por delante (o precisamente por eso) y por hacerlo sobre una acera estrecha no tendemos a fijarnos. En este caso se halla ubicado en la calle Pascual y Genís.
Proyecto ambicioso
No obstante, más allá de las cuidadas formas, lo que sobresale del neonato Fòrum Jaume I lo constituye lo ambicioso de su proyecto. Habiendo sido generado por tres personas con la actividad y la capacidad de multiplicarse y afrontar retos como la abogada y politóloga Susi Boix, el polifacético también abogado Pepe Morgan y el emprendedor periodístico Santi Calaforra, presenta unos cimientos sólidos.
En la presentación participó Màxim Huerta, periodista devenido en librero de referencia tras una baqueteada trayectoria repleta de experiencias públicas. Y lanzó una frase que, como sociedad, debería de provocar reflexión y, quizás, sonrojo. Lo hizo al reivindicar la figura de Jaume I. "No podemos acordarnos solo de ella al pasar por el parterre y ver su estatua", apuntó.
Desde luego, el histórico monarca generó el embrión de lo que hoy configura la Comunitat Valenciana o proporcionó unos decretos normativos en gran medida sesgados por la supresión del derecho foral propio (la enconada lucha del presidente de Juristes Valencianas, José Ramón Chirivella, inasequible al desaliento, quizás lo evite en un futuro). Además, asentó las bases de los actuales términos municipales, de sus generaciones de pobladores con las cartas para hacerlo, del ingente patrimonio histórico en forma de castillos que atesoramos o de documentar e impulsar órganos consuetudinarios como el Tribunal de las Aguas de Valencia. Y así podríamos continuar con un larguísimo etcétera que lo hace merecedor de bastante, de mucho más, que de esa estatua en el parterre (o, más formalmente escrito, plaza Alfons El Magnànim) de Valencia o de denominaciones sueltas de colegios o de hoteles.
Avenida y tumba
¿Por qué no una gran avenida en la capital del nivel de las del Marqués del Turia, Blasco Ibáñez o Fernando el Católico, personajes históricos con menos trascendencia –pese a su magnitud- para la historia de Valencia y de toda la Comunitat Valenciana? ¿por qué no la de Aragón?
Por supuesto, declarar 2026, cuando se cumplirán 750 años del fallecimiento del monarca conquistador (por cierto, también habría que plantearse por qué sus restos siguen yaciendo en un olvido relativo en el monasterio tarraconense de Poblet), Año Jaume I contribuye solo en parte a saldar una deuda histórica.
Dedicarle una docena de años de actividades hasta 2038 –cuando se conmemorará el 800 aniversario de su entrada en Valencia y en otros municipios valencianos para reconquistarlos- mejorará ese reconocimiento.
Falta todavía mucho por avanzar en la tarea de ensalzar la figura de Jaume I. Para ello resulta fundamental una altura de miras valenciana desde el Consell y, sobre todo, otra de las finalidades de los promotores del manifiesto. Tal como lo explican, buscan "construir un espacio común de convivencia y prosperidad, heterogéneo y cohesionado en torno a una identidad colectiva para afrontar los inminentes retos de futuro que tenemos como pueblo".
Suena tan utópico –que no quimérico- como, paradójicamente, lógico necesario. En cualquier caso, y por muy complicado y lejano que parezca el objetivo, se empieza el acercamiento a él con un primer paso repleto de convicción. Como la que tienen los auspiciadores de la iniciativa. A partir de ahí comienza un camino que se basa en la evocación de la figura histórica posiblemente más determinante de la Comunitat Valenciana.