La escuela implica la planificación, sistematización e institucionalización de un sistema educativo. Esta idea, cierta pero un tanto "académica", la podemos concretar de modo más coloquial, la escuela es el lugar destinado a la enseñanza.
Todos estamos de acuerdo en que la educación transmite conceptos, procedimientos y valores. Si bien estos tres elementos son básicos, a día de hoy creo que es vital la educación en valores, partiendo siempre del respeto pero con un sentido crítico ante las actitudes sociales dominantes. En esa educación en valores y actitudes las familias y también los docentes debemos ser agentes principales, haciendo que los niños los vivencien, que el alumnado se comprometa y los asuma. Eso es formar para la vida, es hacer crecer en nuestros alumnos la semilla que el día de mañana les permitirá tener una vida plena y feliz.
Especialmente en los primeros años de vida, la familia y la escuela son los que más influyen en el desarrollo de los niños con un objetivo común, ofrecer la mejor educación, la formación integral de nuestros pequeños. Considero un error la típica frase que hemos escuchado más de una vez "en la escuela se enseña y en casa se educa". La educación requiere la implicación de todos. En los colegios las madres y los padres deben trabajar conjuntamente con los maestros, deben formar un equipo y para conseguirlo es fundamental un ambiente de comunicación, cooperación y confianza.
Pero ¿cómo conseguirlo?
Desde los centros educativos hay que fomentar iniciativas para involucrar a las familias: escuela de padres, reuniones, talleres, jornada de puertas abiertas, fomentar la colaboración de las AMPAS, tutorías, mejora de los canales de comunicación -son de gran ayuda las TIC-, actividades de colaboración en el aula con los padres aprovechando las profesiones de cada uno de ellos ...etcétera.
Claro está, las familias tienen que apoyar el trabajo de los docentes, implicarse en el proceso de enseñanza de sus hijos y colaborar con las propuestas del colegio, enriqueciéndolas con otras aportaciones e ideas. En síntesis los padres deben reconocer y asumir la responsabilidad que tienen en la educación de sus hijos. El objetivo es que en este barco todos rememos en el mismo sentido.
Según numerosos estudios la participación de la familia en la escuela tiene múltiples beneficios: mejora el rendimiento escolar, la motivación, la convivencia, la autoestima y la actitud de los alumnos. Estos beneficios también se extienden a los padres al implicarse de manera directa y positiva en la educación de sus hijos, compartiendo esta responsabilidad con la escuela.
Por desgracia la realidad en algunos centros es que cada vez hay más padres y madres que ponen en entredicho la labor docente. No respetan ni apoyan al profesorado, usando en ocasiones la crítica destructiva y denigrante hacia los maestros, ¡qué daño están haciendo algunos grupos de WhatsApp!
Estas actitudes y comportamientos de las familias pueden estar fundamentadas en diversas causas: falta de educación, adicciones, frustración, falta de oportunidades o de recursos, problemas económicos etc.
Lo cierto es que esta falta de reconocimiento y respeto es un mal endémico que se sufre no sólo en educación, sino en otros ámbitos de las administraciones públicas, sanidad, justicia y servicios. Debemos afrontarlo, buscar las causas y posibles soluciones a nivel general como sociedad y nosotros en particular como profesionales de la educación.
Considero imprescindible la formación de los maestros sobre cómo promover y facilitar la participación de los padres y madres en la escuela. Del mismo modo es muy importante que desde la administración educativa se respalde nuestro trabajo, se dote de los medios necesarios a los centros educativos y por último y fundamental, se ponga en valor la labor docente.
En el artículo 1 de la LOMLOE, sobre los principios de la educación, está detallado claramente: "la consideración de la función docente como factor esencial de la calidad de la educación, el reconocimiento social del profesorado y el apoyo a su tarea".
