Pertenezco a la generación de las muñecas de Famosa. Y no me refiero a Nancy o Barriguitas, que también, sino a quienes recordamos todavÃa aquel anuncio en que las muñecas se dirigÃan al portal, con sus pasitos robotizados y su imagen en blanco y negro. Estoy segura de que más de una persona podrá repetir de corrido, como yo, la cancioncilla de aquel anuncio.
Eran otros tiempos. Nos hemos hecho mayores, al mismo tiempo que las burbujas Freixenet se reinventaban cada año para traernos a famosos y famosas entre bailarinas vestidas de brilli brilli. Cada año el anuncio se anunciaba, valga la redundancia, como uno de los más celebrados estrenos televisivos. No solo brindaban con cava, sino que, para hacerlo, tiraban la casa por la ventana.
La Navidad lo merecÃa. Para eso, cada año una marca de turrones nos traÃa a los hijos e hijas pródigos que volvÃan a casa por navidad, desde los que volvÃan del servicio militar - ¿quién recuerda eso ahora? - hasta quienes lo hacÃan por trabajo o estudios.
Y es que los anuncios eran parte importante de nuestras vidas. En un mundo donde solo existÃa una cadena -o dos, con la UHF, hoy la 2- que no solo era el entretenimiento nacional, sino que, además, emitÃa publicidad, el contenido de los anuncios era un bien -o mal- universal. No olvidemos aquello de "soberano es cosa de hombres" que hoy nos harÃa tirarnos de los pelos.
Las cosas ya no son como eran. Ya no hay una sola cadena, no es la única manera de ver pelÃculas y la tele pública no tiene anuncios. Hoy ya nadie juega a adivinar los anuncios, un entretenimiento con el que pasábamos horas. Pero este año los cambios son mucho mayores. Además del inexorable paso del tiempo, algo tan inaudito como una pandemia ha pasado a ser nuestra preocupación diaria. Y, lo que es peor, la causa por la que habrá muchas sillas vacÃas en muchas mesas.
Lo sucedido ha incidido, cómo no, en esa publicidad que todavÃa resiste. La loterÃa refleja lo vivido y coloca ahà su pellizco de emoción, y CampofrÃo se atreve con el humor negro. Pero no hay burbujas doradas, ni aquella alegrÃa despreocupada que representaban.
Quién nos iba a decir lo que pasarÃa cuando brindábamos por un próspero 2020. Ahora solo dan ganas de que acabe, y se lleve consigo todas sus desgracias. Que el 2021 sea el año de la vacuna y de la recuperación de nuestras vidas.
Ojalá el año próximo volvamos a brindar con burbujas doradas y aquella alegrÃa con la que las muñecas de Famosa se dirigÃan al portal.