Tener un peso saludable depende de un enfoque integral que combine alimentación, ejercicio y apoyo emocional. Sin embargo, este último factor suele pasarse por alto ya que, en cuanto a la obesidad, la sociedad da más importancia a los problemas de salud físicos que a los emocionales. Pero la relación entre obesidad y bienestar emocional es mucho más profunda de lo que solemos creer, ya que los problemas emocionales pueden influir en el aumento de peso y, a su vez, el exceso de peso puede generar problemas psicológicos.
La obesidad no solo afecta la salud física, sino que también puede afectar a la autoestima, la ansiedad y la motivación. Muchas personas con sobrepeso sufren discriminación y estigmatización, lo que puede contribuye a una baja autoestima y dificulta la adopción de hábitos saludables. Existe el mito de que basta con "fuerza de voluntad" para adelgazar, pero este enfoque es insuficiente e incluso perjudicial ya que la frustración por la falta de resultados inmediatos, las dietas restrictivas y la presión social pueden generan mayores problemas de estrés y ansiedad.
Desde nuestra experiencia en el acompañamiento de personas con obesidad, sabemos que un enfoque integral es clave para lograr un cambio sostenible. Un aspecto fundamental es conectar a la persona con su motivación, ya que esto le ayuda a mantener el compromiso y afrontar los desafíos. El apoyo psicoemocional cumple un papel crucial en este proceso, permitiendo normalizar las dificultades como parte del camino, orientar hacia soluciones y facilitar el cambio de hábitos. Además, cuidar la dimensión emocional de la alimentación es esencial, ya que, a través de un programa como el nuestro de cambio de relación con la comida, se reduce la impulsividad al comer, mejora la capacidad de decisión sobre la alimentación y se refuerza la confianza en la capacidad de mantener un peso saludable a largo plazo.
Una vez controlados estos factores, el mantenimiento de un peso saludable dependerá de unos hábitos de vida sostenibles, basados en una alimentación equilibrada, ejercicio regular, una buena regulación del estrés y un buen descanso. Cambiar de hábitos no es fácil, pero el esfuerzo merece la pena para lograr un bienestar físico y mental duradero.