A ningún valenciano se le escapa la importancia que tiene para la ciudad de Valencia su plaza del Ayuntamiento. Aparte de ser centro neurálgico y geográfico, lo es también comercial, administrativo, financiero, turístico y siempre lo ha sido de nuestra internacional fiesta fallera.
Hablar de la plaza del Ayuntamiento es hablar de sentimientos, emociones y tradiciones que fluyen de nuestros corazones y también, de tantos y tantos visitantes que han vibrado, como nosotros, al oír allí una mascletá o ver la cremá de su singular falla.
En su historia, a lo largo de los siglos, ha tenido varios nombres :
Desde 1.423 se llamaba plaza de San Francisco, pues había un convento franciscano construido en tiempos de Jaime I el Conquistador (1.239). Desde 1.840 ha cambiado muchas veces de denominación: plaza del General Espartero, luego de Isabel II, de la Libertad, de San Francisco otra vez, de Emilio Castellar, de El Caudillo, del País Valencià y actualmente del Ayuntamiento.
Con todo esto, quiero decir que es como nuestra Plaza Mayor, a pesar de que nunca se ha llamado así.
A esta plaza con tanta historia y solera, le ha llegando el momento de practicarle una ACTUACIÓN URBANÍSTICA a gran escala.
De momento se ha hecho una chapuza provisional dilapidando recursos públicos - cual gestores municipales manirrotos que son -, para acabar, definitivamente, siendo otra cosa.
La plaza del Ayuntamiento está ubicada entre dos plazas, que están en estos momentos finalizando un proceso de remodelación, como son la plaza de la Reina y la de Ciudad de Brujas, junto con el área comprendida entre el Mercado Central, la iglesia de los Santos Juanes y la Lonja de la Seda, con las calles de San Vicente y Maria Cristina como nexo de unión.
A mi modo de ver, la actuación en la Plaza del Ayuntamiento, tiene que estar supeditada a tres premisas o condiciones :
1) Que tenga un consenso amplio y transversal de TODA la sociedad civil valenciana.
2) Que sea algo icónico, excepcional, excelente, llamativo y único para Valencia.
3) Que perdure en el tiempo para que sea disfrutada por muchas generaciones.
No podemos dejar que esta actuación la lidere solamente la parte "compromisera" del Rialto, pues ha conseguido que la mayor parte de la ciudadanía califique su actuación política de NEFASTA en prácticamente todos los órdenes de la gestión consistorial, y no quiero entrar en detalle porque es bien sabido y sufrido por todos, sobre todo con el «engañabobos» de los presupuestos participativos. Si no «estamos al loro», nos la clavarán por la espalda, con nocturnidad y alevosía.
A nivel político-municipal, ahora mismo las aguas bajan turbias y revueltas, como si fuera la riada del 57. En este contexto, el concejal Grezzi, que en su día se inmiscuyó - y le dejaron - en el área de urbanismo gestionada por Vicent Sarriá del PSPV-PSOE metiéndose, como es costumbre en él, en camisa de once varas, hoy en día está a la greña con la ínclita Sandra Gómez, lo cual debe ponernos en alerta y, sobre todo, porque están muy cerca las elecciones. Sí por el napolitano fuera, la plaza se convertiría en una especie de anillo gigante de carriles bici, de hasta dos carriles por sentido, a modo de «autovía ciclista incolapsable». A la vez, nos colocaría un mercadillo al aire libre de frutas y verduras de proximidad, otro de bragas y calzoncillos (tal cual) y, el espacio que sobrase, lo utilizaría para la celebración de eventos "rollito Compromís", dando así rienda suelta a sus obsesiones y delirios. Un auténtico planazo, vamos.
Por otra parte el PP, a pesar de sus mayorías absolutas, algunas coincidentes en el tiempo con las mayorías en la Generalitat y en el Gobierno de la Nación, pudiendo haber hecho mucho, no hizo absolutamente nada por esta plaza. Se dedicó, emulando a su líder Mariano, a practicar el tancredismo politico, dejando pasar el tiempo y dedicándose «a otras cosas» de las que aún colean por los juzgados, y el Grupo Municipal Socialista, rehén del Molt Honorable President Ximo Puig, gracias al apoyo que éste recibe de Compromís en Les Corts, no dice ni mú; está ausente, sin ideas, como "adorando al Becerro de Oro" de Ribó y acongojados con "la Xiqueta de les camisetes" Mónica.
Así pues toca poner "ideas sensatas, innovadoras, útiles i amb trellat" encima de la mesa para que la ciudadanía busque, compare y si encuentra algo mejor, que lo vote.