Paco Novella. En esta magistral pelÃcula protagonizada por Spencer Tracy, Marlene Dietrich y Burt Lancaster se dilucidaba la terrible cuestión de la responsabilidad de algunos jueces alemanes que habÃan aplicado con suma severidad y extrema crueldad las leyes antisemitas durante el Tercer Reich cuya aplicación habÃa marcado, perseguido y condenado a muchos judÃos que luego irÃan a parar a la muerte en los campos de exterminio durante la guerra.
La cuestión palpitante que subyace en cada una de las secuencias de este film va suscitando la contradicción existente entre la moral personal o general inconsciente, el derecho y también la cobardÃa o la anuencia ante leyes injustas que incluso "los buenos" acataban sabiendo que eran claramente réprobas: esos hombres de extraordinaria valÃa que se habÃan dejado seducir por el espejismo de una legislación que consentÃan por el miedo más que por la convicción personal de que fueran justas. Hombres buenos que se habÃan dejado arrastrar por la fuerza de los tiempos y los acontecimientos polÃticos.
Tracy interpretaba el papel de un ya veterano juez norteamericano que se habÃa radicado circunstancial y temporalmente en la Alemania de la posguerra con el fin de presidir los juicios a estos sabios hombres de leyes que habÃan aplicado la legislación antisemita, movidos posteriormente por el propio silencio y el sentimiento de culpa y condena misma al ver los horrores producidos.
El papel protagonista de Tracy, lejos de circunscribirse únicamente a todo cuanto veÃa y oÃa en el tribunal que presidÃa, se intuÃa también calladamente en la vida que de ordinario acostumbraba a llevar en la casa en la que vivÃa y en la relación que habÃa trabado con otros personajes secundarios.
Si no mal recuerdo pues vi esta pelÃcula hace ya algunos años el juez interpretado por Spencer Tracy se habÃa instalado confortablemente en una residencia de cierto lujo que habÃa pertenecido con anterioridad a un oficial nazi muerto durante la guerra y a su mujer, papel éste encarnado por Marlene Dietrich. Esta casa estaba asistida por un servicio compuesto por un matrimonio ya anciano que habÃa pertenecido siempre a la asistencia de sus antiguos moradores.
El matrimonio anciano que conocÃa el trabajo del juez apenas hablaba y evitaba en todo momento cualquier circunstancia que diera pie a las preguntas de Tracy, pues en alguna pasada ocasión éste les habÃa interrogado con curiosidad sobre su vida en el antiguo servicio al jerarca nazi muerto.
(Continuará)
