Jaime Navarro. / EPDAUna de las enseñanzas más chocantes de Jesús fue sin duda cuando expresó, a cuantos quisieron escucharle, que esto de su mandamiento del amor iba tan en serio, que para ser distinto al común de las gentes, no sólo había que amar a quien nos amaba. Pues, según Él: que mérito tiene querer a quien te quiere...?
Evidentemente lo sublime, a lo que siempre aspiró el Cristo, estriba en amar a nuestros enemigos. Qué mayor distinción; sin duda.
Y hete aquí que por razones obvias, y por lo radical de tal propuesta, este consejo es quizás uno de los menos seguidos de tantos que nos dio Jesucristo. E incluso por las gentes que se consideran buenos católicos. Y muchas veces de derechas. Pues no hay más que ver que en la actual Europa, son precisamente y mayormente los derechistas los que ponen el acento en que debe rechazarse la inmigración masiva y descontrolada. Especialmente la de creencias islámicas. Es decir, la de los tradicionales o
históricos enemigos de la Europa cristiana.
Por contra, aquellos que se suelen proclamar ateos o agnósticos, o cristianos o católicos más bien descafeinados o no practicantes, y muchas veces también de izquierdas, y en contra de la Europa de derechas, se muestran, al menos teóricamente, mucho más comprensivos, empáticos o cariñosos, con esta inmigración de creencias opuestas tanto a nuestras raíces cristianas como incluso a nuestra libertad de costumbres.
Es fácil concluir pues en este espinoso asunto de la inmigración ilegal, que según el último CIS es la primera causa de preocupación ciudadana, que son las izquierdas, usualmente laicistas o incluso furibundas negadoras del Cristo, las más propensas sin embargo, a seguir esta quizás la que sea su más extrema y por ello la más desobedecida de sus enseñanzas: amarás a tu enemigo...
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