Carlos López. ¿Cuántos
de nosotros no hemos ido a pasar un día con nuestras familias a un
Centro Comercial, donde después de realizar unas compras, hemos
comido en uno de los muchos restaurantes que nos ofrece, para
terminar la tarde viendo una película de estreno en sus cines con
esas pantallas gigantes? Es evidente que estas grandes superficies
nos solucionan más de un domingo. Pero… nos vamos a olvidar del
pequeño comercio de barrio?
No
se trata de tener que elegir entre un modelo u otro, sino de intentar
que ambos convivan en armonía. Son los pequeños comercios de
barrio, los que dan vida a nuestras calles, los que iluminan nuestras
aceras por las noches y los que nos dan un trato personalizado y
amable. Son estos pequeños comercios los que llevan muchos años
dando trabajo a los vecinos, amigos y familiares, los que nos
permiten dejar las bolsas de la compra mientras hacemos ese recado de
última hora que se nos olvidó antes de subir a casa… No hablamos
de tener que elegir entre los comercios de siempre y los grandes
Centros Comerciales, sino de entender que sería bueno diversificar
nuestras compras, hacerlo de manera sensata para que esos pequeños
comercios, próximos a nosotros puedan seguir con su actividad y
dando vida a nuestras calles.
Las
grandes firmas cada vez más, son las que se instalan en las grandes
superficies, alejándose de los núcleos urbanos. Son muchos, los
pequeños comercios que tentados por posicionar sus tiendas junto a
las de grandes firmas, deciden hacer un sobreesfuerzo, y asumiendo
nuevos créditos para poder trasladarse, “se la juegan” dejando
su calle de siempre para probar suerte en una nueva aventura, que no
siempre sale bien.
Pero
juegan en desventaja. No es tan fácil asumir los grandes gastos que
supone trasladar un negocio familiar del barrio de siempre, a uno de
estos centros comerciales. Es por ello que aunque todos, y se suma el
que suscribe, nos vemos tentados en acudir a esos grandes paraísos
del consumismo y del ocio en ciertas ocasiones de nuestras vidas, no
deberíamos olvidarnos de que antes de que el ladrillo y el cristal
se levantase en aquellos lugares donde solo había descampados, había
un vecino, un amigo… al que le confiábamos el derecho de opinar
acerca de qué pantalón nos quedaba mejor, si el azul o el marrón;
al que le preguntábamos cómo iban sus hijos en el colegio mientras
nos tomábamos un café en su bar, o simplemente alguien a quien le
podías decir “luego me paso y te lo pago”.
Sigamos
yendo a pasar los domingos con la familia a las grandes superficies,
sigamos disfrutando de la oferta de ocio que nos ofrecen, sigamos
comiendo en esos restaurantes que nos abren los ojos como platos con
esas cartas llenas de color… pero por favor, no nos olvidemos de
aquellos que durante tanto tiempo nos han facilitado nuestras vidas
trabajando para que en el día a día no nos faltase ningún servicio
al lado de nuestras casas.
Desde
C´s creemos que hay que apoyar al desarrollo de los nuevos centros
comerciales, pero sin olvidarnos del pequeño comercio que lleva
tantos años dando servicio a nuestros vecinos, apoyándoles y
escuchando sus necesidades para que no desaparezcan. Porque son los
autónomos y las pequeñas empresas, las que hacen que los negocios
de proximidad nos faciliten el día a día, los que nos den trabajo
cuando un familiar lo necesita aún a riesgo de perder parte de sus
beneficios con tal de echar una mano, los que alegran las fiestas de
nuestros barrios con sus propuestas arriesgadas e ingeniosas… Por
la convivencia entre ambos tipos de negocio y por la supervivencia de
los trabajadores que cada día se levantan intentando hacer de España
un país mejor gracias a su esfuerzo.
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