Francisco Gan Pampols, durante la presentación del plan Endavant./EPDAVerso libre define la forma de expresión poética que no se rige por las normas tradicionales de rima y metro. En la vida en general, y en la política en particular, se utiliza esta formulación para aludir a alguien indefinible desde los parámetros de lo cotidiano, de lo vulgar o de lo que marcan las tendencias del momento.
El teniente general Francisco José
(Curro para los amigos como ya se intuye Carlos Mazón) Gan Pampols lo es. Ha entrado en política sin ser político ni pretender serlo. Lo ha hecho saliendo de su tranquila jubilación (otra forma de romper cánones en tiempo de profesionales de la política que aspiran a alcanzar la etapa de jubilado en ella) para consagrarse a la res pública por vocación, creencia, por otra parte, que se sobreentiende que debería de ser la base de cualquier político.
Y, para más verso libre (o suelto), desarrolla su desempeño de vicepresidente segundo del Consell dedicado a la recuperación económica y social con discreción. Con suma y excesiva, para lo que requiere la política actual, discreción. “Es su carácter y siempre se ha comportado así”, confirma uno de sus más allegados.
Ese sigilo forma parte de las señas de identidad que impregna el Ejército. Los mandatos de obediencia y discreción se solapan con el de misión cumplida y se ligan, en ocasiones, a la épica. Gan Pampols decidió abandonar sus hábitos recién adquiridos de jubilado para consagrar todo su tiempo (porque la política difícilmente deja margen para la pausa, aunque sea breve) y poner su experiencia a disposición de la recuperación tras la devastadora dana del 29 de octubre.
Esa labor la ha llevado a cabo fuera de focos. Quizás, en una persona de acción como él y ante la necesidad imperiosa de revertir la catástrofe lo antes posible, hubiera resultado más práctico para su imagen y tranquilizador para la población verlo recorriendo los municipios afectados, reuniéndose con damnificados constantemente o contemplarlo ante algún mapa del lugar dando instrucciones y planificando.
Han transcurrido los meses y no ha sido así. Parecía que el fichaje estrella de Carlos Mazón, el teniente general que lideró la reconstrucción de una provincia afgana y fue jefe de Estado Mayor Operativo en la misión de la OTAN en Kosovo durante un año, iba a seguir abstraído en su discreción, alejado del público más allá de alguna comparecencia en Les Corts.
No fue así. En una maniobra estudiada, salió de su labor de campo y despacho para hablar, para darse a conocer. Lo hizo en la presentación del plan de reconstrucción Endavant. Por encima de la enumeración de los datos de la catástrofe y de la descripción de la coyuntura predana y las carencias posdana, lo que demostró es que, efectivamente, se trata de un verso libre en política. Ni sus palabras ni sus gestos fueron de crítica o pose. No buscó ese cuerpo a cuerpo de dialéctica emponzoñada y cansina que marca la actual tendencia política.
Ante todo, dejó la sensación de que sabe y de que tiene un plan, que ya es mucho decir para el contexto en el que convivimos. Habló, lo vimos y se retiró, porque se ha vuelto a sumir en su discreta tarea que solo rompe con alguna declaración suelta, como la reciente de afirmar que si hay elecciones anticipadas no entrará, ni que tampoco lo hará en campaña política. Un verso libre en toda su magnitud. En el buen sentido, dado el nivel de la media de moda. Ahora falta comprobar si su capacidad y sentido del deber se plasman en resultados tangibles de reconstrucción.
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