Susana Gisbert. EPDA
Se ha ido, por fin, 2020, ese año tan extraño en que todo lo que dábamos por seguro se volvió volátil y todo lo que parecía imposible se volvió realidad. Se marchó 2020 para siempre, pero, aunque queramos olvidarlo, nos va a dejar mella para siempre. Porque, como dice una buena amiga, 2020 ha sido un año tan extraño que nos ha mostrado cosas que no habíamos sabido ver hasta entonces.
2020 ha sido ese año tan extraño en el que las conversaciones empezaban por un “¿cómo estás?, que era mucho más que una fórmula de cortesía.
Ese año tan extraño donde despedirse de alguien iba siempre acompañado por un “cuídate” mucho más sincero que el que impone la mera educación.
Ese año tan extraño donde tuvimos que aprender a sonreír con los ojos y a leer los sentimientos por debajo de una mascarilla.
Ese año tan extraño donde descubrimos que los abrazos nos gustaban hasta a quienes antes renegábamos de ellos
Ese año tan extraño donde los besos se convirtieron en un bien tan escaso como deseado, y casi más prohibido que en tiempos de la censura.
Ese año tan extraño donde las pantallas comenzaron a palpitar, a llorar y a reír como si tuvieran vida propia
Ese año tan extraño donde aprendimos a ver la tecnología como una aliada en lugar de como a una enemiga
Ese año tan extraño donde vivimos más en los balcones que en las terrazas y los aplausos se convirtieron en parte de nuestras vidas
Ese año tan extraño donde los super héroes cambiaron capa y mallas para bata blanca o pijama verde
Ese año donde el calzado más glamuroso fueron las pantuflas, y el más admirado los zuecos de hospital
Ese año tan extraño donde Epi ya no era un personaje de televisión sino una necesidad imperiosa
Ese año tan extraño donde descubrimos, o debimos descubrir, que importa más la ciencia que el fútbol
Ese año tan extraño donde aprendimos que se puede viajar sin moverse de casa.
Ese año tan extraño donde los informativos hablaban de descubrimientos, avances científicos y vacunas y les dedicaban titulares.
Ese año tan extraño donde estuvimos a punto de ponernos al día en lecturas pendientes
Ese año tan extraño donde el verbo “resistir” se conjugaba en primera persona del plural de un futuro tan imperfecto como incierto.
En definitiva, el 2020 fue ese año tan extraño donde cada día debimos aprender una cosa nueva. Solo el tiempo dirá si supimos aprovechar las enseñanzas.
Por un 2021 tan normal y corriente como nos merecemos.
SUSANA GISBERT
Fiscal y escritora (twitter @gisb_sus)
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