Susana Gisbert. /EPDALo he estado buscando y no, no hay día de las Hijas. Entre tantos días temáticos que llegan a superponerse unos a otros, nadie ha pensado en un día de las hijas, ni siquiera en un día de los hijos, usando un masculino genérico que no empleo si puedo evitarlo, más allá de un intento poco exitoso para el 1 de enero propiciado por la Iglesia. Y es que cuando una ejerce de hija, es difícil que el 1 de enero tenga el cuerpo para otra cosa que para reponerse de los excesos de Nochevieja.
Hay día de la madre, del padre, de los abuelos y de los enamorados, hay día de la niña y de las personas mayores, pero no hay día dedicado a lo que, en términos inclusivos pero no demasiado correctos, podría llamarse la “hijez”. Aunque, para ser sincera, yo prefiero hablar el día de la hija y usar el femenino genérico, que para algo somos en el mundo más mujeres que hombres. Y porque me da la gana, quizás por el hecho de que tengo dos hijas.
Lo bien cierto es que hijas o hijos somos todo el mundo, desde que nacemos. Podemos pasar a ser madres o padres o no serlo, pero la hijez no nos la quita nadie. Aunque no la celebremos.
Solemos oír que lo de tener descendencia es la cosa más hermosa que te puede pasar en el mundo. Y, aunque es muy bonito, tampoco se pueden sacar las cosas de madre, nunca mejor dicho. Hay otras cosas tan hermosas como la maternidad, sin desmerecerla y, sobre todo, tiene muchos inconvenientes y obligaciones que a veces nos tienen hasta las narices. Se reconozca o no.
Pero las niñas crecen, y se hacen mayores, Y, de repente, descubres que eres tú quine aprende de ellas, y son ellas quienes tienen mucho que enseñar. Que se acabó el tiempo de sembrar y empezó el de recoger lo sembrado. Y eso, l aseguro, sí que es una de las cosas más hermosas que pueden pasar.
Llega un momento en son ellas quienes nos enseñan, quienes quieren protegernos, quienes se preocupan por si no pasa algo. Y no hay que atravesar la barrera de la tercera edad ni llegar a la edad de jubilación para comprobarlo. Es más, conviene percatarse antes y aprender a disfrutarlo.
Las hijas son hijas. No son amigas, ni madres, ni hermanas, aunque puedan tener algo de todo eso. Y aunque no tengan su día, merecen que las celebremos, Cada uno de los 365 días del año.
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