Por Jaime Navarro, abogado. /EPDAPrimero no hacían falta. Eso del coronavirus era otra de tantas conspiranoias terraplanistas. Por esto gentilmente BRONCANO y RISTO se reían a banderas desplegadas de lo que estaba pasando incluso aquí al lado en ITALIA.Y D. SIMÓN remataba por la escuadra diciendo que a lo sumo, a lo sumo... se iban a dar uno o dos casos...
Por eso cuando empezó a morir la gente no había mascarillas. Y entonces lógicamente había que comprarlas de cualquier modo. Y a cualquier precio. Lo cual nunca fue problema, al menos en España, pues como bien ya sentenció en su día la flamante PRESIDENTA del CONSEJO de ESTADO: " El dinero público no es de nadie." Hallazgo de tal calibre que aquilata por si solo su carácter de jurista de reconocido prestigio; y que sin duda le ha catapultado y sin remedio a tan alta y merecida magistratura.
Siguiendo pues el viejo refrán chino de que toda
crisis en realidad es una colosal oportunidad, aparecieron y como setas los TITOS BERNIS y los KOLDOS, que heroicamente en esos aciagos días de 2020 iban a salvarnos providencialmente la vida. Que ya lo dijo en alguna ocasión nuestro GRAN TIMONEL: " Gracias a nuestra gestión de la pandemia hemos salvado millones de vidas".
Se olvidó, lástima, y tal vez por no mancillar la natural humildad y discreción de estos padres de la patria, de citar y condecorar debidamente a tan magnánimos empresarios, que en tan trágicos momentos nos proveyeron desinteresadamente y sin desmayo, de esas, entonces ya sí, imprescindibles mascarillas.
Y tan imprescindibles...que a partir de que gracias a Dios Koldo se hizo por fin cargo del asunto, nos las teníamos que poner a toda hora, y en todo lugar. Hasta en medio de la Serranía de Cuenca. O en mitad de una playa en invierno. Y por mucho que fueras todo un chiflado anacoreta encuevado en el desierto de Almería.
Si no querías ser multado. Obviamente. O justamente detenido. Que los drones la estaban peinando y más que al acecho.
Y había pues que dedicar incluso una parte importante de nuestro presupuesto familiar a estas sagradas mascarillas para proteger lo más querido. Y qué importa que tuviéramos que sacrificar algún litro de leche...! O una docena de vulgares huevos...! Porque de bajarles el iva nada de nada. Que encima lo había prohibido Europa... MARISÚ MONTERO juraba entonces por éstas. Lo que luego se demostró que también era cierto. Como lo del Comité de Expertos.
Y además, por eso tuvimos que llevarlas más tiempo que en cualquier otro país europeo. Al final todo se sabe.
Pero valió la pena. Finalmente ocupamos el primer lugar en número de muertos de nada menos que toda la OCDE. Ahí es nada.
No te digo que me lo superes; solo que me lo
iguales, brother.
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