Juan Vicente Pérez.Se acabó el período estival y
avanzamos por septiembre con nubarrones de tormenta. Tormentas no
solo en el horizonte político, en este peligroso despliegue de la
Teoría de Juegos que el Sanchismo está siguiendo disciplinadamente,
con España al pairo de lo que más convenga al Presidente en
funciones. Una ciclogénesis política con Boris Johnson forzando un
Brexit duro, la guerra comercial USA-China, la crisis migratoria en
el mediterráneo y una Europa huérfana de liderazgo para afrontar si
cabe, el momento político más delicado de su historia reciente.
Una encrucijada política con graves
consecuencias en los sectores económicos, como se está advirtiendo
en España con este desgobierno liderado por el Sanchismo. Con la
temida recesión asomando por la eurozona, véase Alemania, y con
todas las luces rojas ya encendidas sobre nuestra economía, por aquí
seguimos sumidos en la gran burbuja del progresismo de salón y sus
gobiernos del cambio. Los problemas van agravándose, como el tan
recurrente de la Financiación. Con la que liaban a Rajoy y Montoro
los que ahora callan vergonzantemente.
En nuestra tierra, uno de los sectores
estratégicos de nuestra economía, sigue sufriendo no solo el olvido
de un Consell acomodado en las Instituciones, sino la falta de una
estrategia efectiva y demandada por el campo valenciano para afrontar
los graves problemas que le afectan. Problemas que se vienen
agravando ante la inacción del Consell y que recaen en el eslabón
más débil de la cadena, el productor.
Un panorama desolador para el campo
valenciano, que año tras año va perdiendo capacidad productiva ante
el incesante abandono de explotaciones y la nula capacidad de un
Gobierno más preocupado en la ideología que en aportar soluciones
eficientes y eficaces tras una Legislatura de gobierno. Ni el eterno
problema del Agua, o la gestión hídrica en la Albufera, ni el
continuo aumento de los costes, o los daños de la fauna salvaje en
las explotaciones, los robos o los acuerdos con MERCOSUR. Tampoco la
incomprensible inacción de la UE en la aplicación de la cláusula
de salvaguarda tras los incumplimiento de Myanmar en sus
exportaciones de arroz japónica, o la incomprensible pasividad de
las autoridades europeas ante las nuevas interceptaciones de citrícos
sudáfricanos infestados de plagas. Por no hablar de la incertidumbre
ante la nueva campaña de cítricos con precios de hace dos años y
por debajo del coste. Como el histórico olvido de nuestras frutas y
hortalizas en la política agraria española y su grave repercusión
en la futura PAC, por poner algunos ejemplos, han tenido una clara
respuesta por este Consell que venía a “rescatar a las personas”.
Eso sí, mucho anuncio y mucha demagogia.
Un polvorín con munición suficiente
para movilizar a una sociedad que sigue empecinada en ponerse la
venda en los ojos y no ver la deriva destructiva de un Consell
inoperante. Una movilización necesaria a la que están llamando las
Organizaciones Agrarias, como AVA-ASAJA, ante la escalada de
perdidas en aumento tras el último año agrario. Amenazas constantes
que recaen siempre en los mismos, los más débiles. Como la última
denuncia de los productores de cava, que han venido alertando de las
estrategias especulativas injustificadas para hundir los precios a
mínimos históricos. Una denuncia que culminó con la
tractorada-manifestación por parte de las Organizaciones Agrarias y
Cooperativas en Requena el pasado día 5, bajo el lema “Por el cava
y el sector vitivinícola”.
Como bien dice Cristóbal Aguado desde
AVA, “necesitamos un cambio inmediato y contundente del rumbo de
las políticas agrarias a fin de garantizar la supervivencia del
agricultor, ante unos resultados absolutamente desoladores y
catastróficos que, lejos de tratarse de algo excepcional, se suman a
una tendencia de extrema gravedad que está provocando un
envejecimiento nunca visto de la población rural y el abandono de
campos.Los problemas estructurales de producción y mercado y,
en menor medida, las adversidades climáticas, han arrojado números
rojos en prácticamente todos los cultivos y cabañas ganaderas”.
Se podrá decir más alto, pero no más claro. El campo valenciano
necesita menos ideología y más soluciones.
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