Desde
que se conocieron los resultados de las elecciones generales de 2015,
ya estaba claro a quién convenían nuevas elecciones. El resultado
del Partido Popular fue tan escandaloso que no podían contener su
emoción cuando definitivamente se repitieron. Al decir esto me viene
a la cabeza la imagen de Soraya bailando y “pinchando” cual DJ en
el cierre de campaña, que nadie afirme desconocer de qué imagen
hablo porque estaría mintiendo.
Asumida
esa premisa (y dibujada), vamos a analizar el contexto. Es la primera
vez que se repiten elecciones, esto supone venir de un agotamiento
enorme (y repetirlo) por parte de todas las militancias de las
organizaciones, de hacer campañas interminables, llenas de actos
donde si no participas como ponente debes hacerlo como público. Y
algunas no tenemos empresas que nos peguen los carteles, o faciliten
el trabajo. Así que... ¡no hablemos de dinero!
Con
dinero se puede hacer mucha más publicidad, y no necesariamente con
el gasto en papel que supone pegar cuatro carteles, enviar papeletas
o programas. Pero aquí sigue estando claro quién tiene la hegemonía
de los medios de comunicación, y como éstos deben dar el mensaje.
Siempre utilizo la misma frase, pero “el que paga al pianista elige
la canción”. Y desde luego no es LA IZQUIERDA quien los posee.
La
campaña de “A la Valenciana” parte como un grito
desesperado para desbancar a LA DERECHA. Atención, esa derecha que
es capaz de evitar que las corrientes fascistas y asimiladas se
organicen con entidad propia y destinen particularmente su voto,
fuera de las cifras del Partido Popular.
Dentro
de la coalición citada nos encontrábamos EUPV, Compromís, y Podem;
partiendo de un sucinto acuerdo que reflejaba la desesperación, pero
a la vez la esperanza de dar ese puñetazo en la mesa, y
proteger los aspectos más básicos que solo como personas nos
corresponde. Contra su represión, contra su ataque a los servicios
públicos, contra los desahucios y la pobreza energética, contra sus
reformas laborales...pero algo mucho mejor; a favor de la libertad, a
favor del feminismo, a favor de la enseñanza pública, a favor de la
sanidad pública y universal, a favor de la reindustrialización, a
favor de subir el salario mínimo, a favor de que la clase
trabajadora recupere sus derechos, dignidad, y se utilizara el dinero
público para el público, no para llenar bolsillos particulares con
él. Y es que con el PP, a la oveja del pueblo se la come el lobo.
Además
EUPV, siempre apostará por la República, el laicismo, y por salir
de esa organización genocida del Atlántico Norte. OTAN NO, BASES
FUERA.
Con
todo esto, es de justicia reconocer que no hemos alcanzado las
expectativas deseadas, y debemos plantearnos qué ha ocurrido para
que el PP vuelva a ganar las elecciones, y volvamos a ser una minoría
de 71 diputados y diputadas de Unidos Podemos (otra vez ganando la
batalla el patriarcado), y todo ese programa de mínimos se convierta
en una carta a los reyes magos.
Desde
luego parece claro que la correlación de fuerzas en las calles es la
piedra angular de todo este asunto. Retomar calles, movimientos
sociales, centros de trabajo, apoyar la lucha sindical, denunciar sus
corruptelas y tráfico de influencias... pero ante todo, que algunas
(muchas espero), nos enorgullezcamos de portar una bandera roja, una
mochila llena de dignidad, y gritemos que SOMOS COMUNISTAS. Rendirse
no es una opción. No es momento de ser indiferentes.
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