Quien lleva años gestionando facturas en un negocio sabe bien lo que
implica. Impresoras que fallan justo cuando no deben, sobres que se
pierden y archivos llenos hasta arriba. Para muchas pymes y
autónomos, esa escena era habitual. Pero las cosas están cambiando,
rápido y para bien.
Desde que se aprobó
la
ley "Crea y Crece"
, la
factura electrónica
ha
dejado de ser una opción para convertirse en una obligación que
afectará a todos los negocios, grandes o pequeños
. Este
cambio, más que un reto técnico, es una oportunidad para hacer las
cosas de otro modo. Más ágil, más claro y más justo.
Para aquellos que se
preguntan que
es la factura electrónica, la respuesta es bien
sencilla. Se trata, básicamente, de una factura como la de toda la
vida, pero que se genera y se envía, como su nombre parece indicar,
por medios digitales, con la misma validez legal que el papel. Tiene
fecha, datos fiscales, desglose de IVA
… todo igual, pero sin
impresora de por medio. Se
firma digitalmente
y queda guardada
en un sistema que permite consultarla cuando se necesite.
Una ley pensada para poner orden
La nueva normativa
busca atacar la falta de transparencia en algunos tramos de la
economía. No es ningún secreto que hay facturas que se emiten
tarde, otras que no se llegan a emitir nunca, o pagos que se retrasan
más de lo debido.
La intención es
que, al digitalizar el proceso, haya un mejor control y más
garantías para todos. Y esta iniciativa no ha surgido de la nada
puesto que se suma a lo que ya planteaba la ley
antifraude del 2021, que marcó el camino hacia un
sistema fiscal más transparente. Ahora, el paso natural es que
todas las operaciones queden reflejadas de forma digital, segura y
con validez legal.
Facturar sin papel no es tan complicado
Cuando se habla de
digitalización, hay quien se imagina grandes plataformas,
inversiones costosas y complicaciones técnicas. Pero lo cierto es
que, para este caso, el sistema está pensado para que cualquier
negocio, incluso el más pequeño, pueda adaptarse sin dramas ni
complicaciones
El cambio no tiene
por qué ser difícil. Hay herramientas como CEGID, que permiten
gestionar todo el proceso sin dificultad alguna. Su plataforma,
diseñada para empresas y autónomos, automatiza el envío de
facturas, organiza los documentos y garantiza que se cumplen todos
los requisitos legales. Lo mejor es que no hace falta tener
conocimientos técnicos avanzados para usarla.
Menos errores, más rapidez y control total
A quienes ya han
dado el salto les cuesta volver atrás. El motivo es que se ahorra
mucho tiempo, las facturas no se pierden, no hay errores por copiar
datos a mano, y todo queda bien organizado. Además, enviar una
factura digitalmente acelera los cobros. Se acabó eso de "no me
llegó" o "mándamela otra vez que se traspapeló".
Otro punto a favor
es que los sistemas digitales ayudan a tener una visión más
clara de la contabilidad. Saber qué está pagado, qué está
pendiente y cuándo toca cobrar es clave para cualquier empresa, y
más en estos tiempos de márgenes ajustados. La factura electrónica
permite acceder a esa información con un par de clics.
Y no olvidemos el
papel. Dejar de imprimir cientos de documentos cada año también
supone un respiro para el bolsillo… y para el medio ambiente.
¿Cuándo hay que adaptarse?
La ley ya está en
vigor, pero los plazos de aplicación dependen del tamaño de la
empresa. Las que facturan más de ocho millones de euros anuales
tienen que adaptarse en el plazo de un año desde la aprobación del
reglamento definitivo. Para el resto, pymes, autónomos,
profesionales, el margen será de dos años.
Aun así, esperar al
último momento no es lo más recomendable. Quienes se anticipan
tienen margen para probar herramientas, formar al personal y
adaptarse sin prisas. Como en todo, la planificación es la mejor
aliada.
En la Comunitat Valenciana, el cambio ya está en
marcha
En nuestra tierra,
donde el tejido empresarial está formado sobre todo por pequeños
negocios familiares, profesionales independientes y pymes que mueven
la economía local, este paso puede parecer una carga más. Pero lo
cierto es que muchas empresas valencianas ya han empezado a
digitalizar su facturación. Y no solo porque la ley lo exija,
sino porque les resulta más cómodo.
Talleres, tiendas,
asesorías, empresas del sector agroalimentario… todos se enfrentan
a esta actualización. Y lo están haciendo con soluciones
accesibles, ajustadas a sus necesidades reales. Nadie pide
transformar por completo el modelo de negocio, sino simplificar un
proceso que ya era necesario revisar.
Algunos empresarios
temen que la tecnología enfríe el trato con sus clientes, pero la
factura electrónica no tiene por qué restar cercanía. De hecho,
puede ayudar a mejorar el servicio, agilizando los pagos,
reduciendo los malentendidos y ganando tiempo para lo que
realmente importa.
Al final, lo
esencial no cambia, que es seguir trabajando con seriedad, cuidando
al cliente y cumpliendo con lo que marca la ley. Pero ahora, con
herramientas que ayudan a hacerlo de forma más sencilla y eficiente.