Más (o més) que lejano queda aquel enero de 2020 en el que el portavoz por entonces de la coalición Compromís en el Congreso, Joan Baldoví, anunciaba, tras reunirse con Pedro Sánchez, que había logrado el compromiso (también) del presidente del Gobierno de revisar el modelo de financiación autonómica en ocho meses. Lo canjeaba por el apoyo compromisario al líder socialista en el Congreso.
Han pasado cinco años y medio y nada ha variado. Por supuesto, no se ha producido cambio alguno en ese sistema de reparto estatal que perjudica a la Comunitat Valenciana porque no tiene en cuenta el incremento constante de su población. Y Compromís, igual antes Baldoví que ahora su representante en Madrid, Águeda Micó, mantiene su apoyo, inasequible al desaliento y a los desplantes sobre este tema, a Pedro Sánchez.
¿O quizás ya no tanto? La negativa del PSOE de convocar al máximo responsable estatal para la comisión dana en el Congreso abrió una fisura, ligera aunque simbólica. No obstante, la herida se ha ensanchado y empieza a supurar con los casos de corrupción que atenazan al Partido Socialista y que reconocen hasta sus máximos dirigentes. Ya no resulta, por tanto, un socio con el que vincularse.
Estratégicamente, ahora sí, Compromís gana distanciándose. Por ese motivo posiblemente su filial más poderosa, Més Compromís (la refundación del histórico Bloc), ha decidido, por abrumadora mayoría en su Consell Nacional, salirse del paraguas de Sumar. Este último batiburrillo de partidos que poco tienen en común más allá de su alianza global con el PSOE, llegó a meta en julio de 2023 con las fuerzas justas para poder cumplir, tras los pasados comicios, como socio preferente de Pedro Sánchez. Desde entonces languidece como un día de calina de los que vivimos. Y ahora más incluso tras decidir Més Compromís que lo deja.
Salirse de su disciplina significa, en la práctica, desmarcarse del PSOE y alejarse para no verse salpicado por el lodo de la corrupción. Sumar no lo estaba haciendo. Preserva su motivo de existencia: el apoyo incondicional a Pedro Sánchez. Y ese, teóricamente, no es el camino de Més Compromís, que busca mantenerse en el suyo propio.
Su marcha genera varias incógnitas. ¿Arrastrará al segundo partido matriz de Compromís (sin Més), Iniciativa, para que finalmente su diputado nacional, Alberto Ibáñez, abandone el proyecto estatalista de Sumar? ¿Será un gesto más de cara al electorado sin efectos prácticos o significará que, por fin, Més Compromís actúa en Madrid como formación con decidida prioridad valencianista y reivindicará con firmeza cuestiones como la reforma de la financiación o la recuperación del Derecho Civil Valenciano?