Con Halloween a la vuelta de la esquina, las calles comienzan a teñirse de naranja y negro y a llenarse de esqueletos, brujas y calabazas. Esta tradición norteamericana, cada vez con más presencia en nuestro paÃs, resulta de gran interés para muchos niños y adultos, pero también hay quienes experimentan un gran rechazo ante esta fecha y al tipo de actividades asociadas a ella. Según explica la doctora en PsicologÃa y profesora de la Universidad Europea, Sara Liébana, "el miedo es una emoción básica con un componente mayoritariamente desagradable. Su origen es totalmente adaptativo y surge de nuestro instinto innato de supervivencia. Lo percibimos cuando nos exponemos a situaciones que resultan amenazantes o peligrosas y actúa como una motivación para emprender alguna acción que nos permita evitar dicho peligro o amenaza. Sin embargo, existen personas que disfrutan de una exposición controlada a ciertas situaciones que provocan miedo".
¿Por qué amamos u odiamos el entretenimiento "de miedo"?
La clave de esta diferenciación la encontramos en el aprendizaje durante la infancia. La capacidad de disfrutar en situaciones que generan miedo de manera controlada se adquiere durante nuestros primeros años de vida. "Aquellos que lo disfrutan, de pequeños, han podido aprender de su entorno que esas vivencias eran situaciones estimulantes, de pérdida de control que hacÃa a uno sentirse bien. Tras exposiciones repetidas a pelÃculas de miedo, casas embrujadas y fiestas de Halloween terrorÃficas esta sensación gratificante se va fortaleciendo. Además, estas situaciones también pueden ser una forma de ponerse a prueba con el objetivo de fortalecerse", afirma Sara Liébana.
Las emociones intensas o la necesidad de vivir experiencias que generen adrenalina no es algo hecho para todo el mundo y una misma situación puede generar emociones totalmente opuestas en diferentes personas. "Para algunos, esta sensación puede servir como una forma para desconectar del mundo real y vivir experiencias de fantasÃa", apunta la doctora. Esta búsqueda de emoción no se limita al terror o lo sobrenatural, ya que actividades como el paracaidismo o el puenting también pueden generar niveles significativos de adrenalina, generando entusiasmo y euforia en algunos, mientras que provocan auténtico pánico en otros solo con el hecho de pensarlo.
El miedo no siempre juega a nuestro favor protegiéndonos de amenazas o permitiéndonos generar dosis "extras" de adrenalina. Hay veces que se vuelve desadaptativo y puede perjudicarnos, por ejemplo, cuando interfiere en nuestro dÃa a dÃa por la excesiva cantidad de situaciones que nos generan miedo o, por el contrario, cuando existe una evitación constante, lo que hace que ese instinto básico de evitación desaparezca", asegura Liébana que recomienda que "si alguien no se encuentra preparado, no hace falta obligarse ni obligar, ya que puede agravar el miedo y hacer que la experiencia para la persona sea más aterradora aún que la pelÃcula que estaba pensando ver".