Hace poco más de treinta años, las mujeres apenas tenÃamos hueco en puestos de responsabilidad polÃtica en ayuntamientos, diputaciones, en les Corts valencianes o en las cortes generales (congreso y senado).
Hasta hace treinta y cinco años, en España, ningún partido polÃtico habÃa sido capaz de garantizar una presencia mÃnima de mujeres ni siquiera en sus órganos de dirección.
En enero de 1988, el PSOE celebró su 31 congreso federal y se convirtió en el primer partido polÃtico que se imponÃa a sà mismo que al menos el 25% de sus cargos orgánicos fueran desempeñados por mujeres. Ese porcentaje fue aumentando, tanto para los cargos orgánicos como los públicos, hasta llegar al 50% actual.
Fue el principio de la «cuota». Una iniciativa necesaria para modificar un comportamiento ordinario en la sociedad española: el borrado -consciente o no- de la inmensa mayorÃa de las mujeres, de sus méritos y de sus capacidades.
Aquella medida fue saludada con malos modos por amplios sectores, a pesar de que únicamente afectaba a la militancia del PSOE. De hecho, la mayorÃa de las mujeres que en aquellos años tuvimos la oportunidad de formar parte de una lista municipal, éramos del PSOE. No recibÃamos precisamente aplausos de los ambientes reaccionarios; nuestro trabajo o nuestra manera de observar la realidad e interpretarla para intentar transformarla y mejorarla, solÃa ventilarse con la frase «¡Mujer tenÃas que ser!» entre risas de quienes la pronunciaban mientras se helaban las nuestras.
El gobierno socialista presidido por Zapatero avanzó a pasos agigantados en las reformas legislativas para promover la igualdad entre hombres y mujeres. Y fue entonces cuando la derecha española desató un tsunami para intentar arrasar con lo (poco) conseguido hasta ese momento.
Destacados dirigentes (hombres y mujeres) del PP, siempre se han vanagloriado de que en su partido las mujeres nunca han necesitado una cuota de participación para acceder a puestos de responsabilidad polÃtica. Solo ha bastado su mérito, decÃan (y siguen diciendo).
No es cierto. Si lo fuera, si solo era suficiente el mérito, estarÃan admitiendo una barbaridad: que, en la derecha, apenas hubo mujeres con capacidad y valÃa suficientes hasta bien entrado el siglo XXI; casualmente, cuando los avances legislativos en materia feminista de los gobiernos socialistas, incorporando la presencia obligada de mujeres en el ámbito polÃtico, facilitaron su integración y aumentaron notablemente su número.
Ahora, tras un trabajo impecable y valiente en el avance de la igualdad, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, anuncia una ley que sitúe la paridad como condición indispensable en el ámbito polÃtico y una representación de cada sexo no inferior al 40% ni superior al 60%, en el resto de los ámbitos públicos y en los órganos directivos de grandes empresas.
«¡Mujer tenÃas que ser!», sà señoras y señores del PP. Y nos honra haber llegado hasta aquà para poder seguir avanzando, a pesar de ustedes.