La noche del 4 de
octubre puse por casualidad La Sexta. En el centro de un preparado escenario
aparecía el Sr. Pablo Iglesias. Me llamó la atención que sólo había dos
señores: el director del periódico La Razón y el vicepresidente del periódico
El Mundo. Sin traba alguna el Sr. Iglesias expuso ampliamente sus ideas. Quien
dirigía el acto no permitió que nadie le interrumpiera y tan sólo permitió
tres minutos a los dos periodistas para responderle. Iglesias expuso que había
realizado recientemente un viaje a Ecuador, Venezuela, Bolivia; que los
presidentes de tales naciones le habían escuchado con gran atención y le habían
dado buenos consejos. Su charla tenía un tema central: la condena de toda "la
basura" social. Habló de la triste situación de la gente sin trabajo, de las
míseras pensiones, de la poca atención que las "castas" dedican a la enseñanza
pública, falta de becas escolares… Dijo que tales castas protegen a los
capitalistas y hunden a los trabajadores. Hizo una referencia a las tarjetas de
Caja Madrid y a otras basurillas sociales. Concluyó que Podemos era la gran
solución. Prometió, si ganaba, que los ciudadanos necesitados recibirían 500 €
mensuales, pondría tiesos a los capitalistas, prohibiría a los políticos "las
puertas giratorias". Al escuchar al Sr. Iglesias, vino a mí memoria aquellos
años de la universidad. Recordé enseñanzas de aquellos excelentes
catedráticos. El discurso de Iglesias olía a marxismo puro, revolución que
enfrentó a los patronos con los obreros y que todos sabemos cómo terminó.
Recordé aquellas lecciones maravillosas sobre psicología humana que escuché de
D. José Luis Pinillos. Este excelente catedrático explicaba que, para ganarse
el afecto y aplauso de la gente, hay que decirle aquello que la gente quiere
oír. Hay que exponer los productos en un ambiente alegre. Mirad, nos decía,
como Coca-cola ofrece su propaganda: muchachas hermosas y alegres y muchachos
sonrientes. Resultado distinto sería si tal bebida apareciera en un marco
repelente. Siempre hay que embellecer y hermosear los objetos a vender.
Pues bien, este es
el método que emplea el Sr. Iglesias. Mueve astutamente las piezas de su
ajedrez. Lanza mensajes de revanchismo social y se ofrece a solucionar la
indigencia de las gentes. Afirma que pondrá en su sitio a los ricos; que les
impondrá elevados impuestos; que acabará con las castas, basura de la sociedad;
que terminará con la sociedad actual y logrará un mundo mejor. Promete duros a
peseta, al igual que Carlos Marx prometió a los trabajadores de su tiempo.
Marx manifestó que
era necesaria una "lucha de clases" contra los que poseían los medios de
producción y esclavizaban a los trabajadores. ¡La idea era enormemente
sugestiva! Prometió una sociedad de la que ellos serían los dueños y, como buen
judío, les prometió un paraíso terrenal. Los crédulos obreros cayeron en la
trampa de una dictadura tiránica. Millones y millones fueron enviados a los
Gulags, pagando con sus vidas el apoyo a aquellas dulces promesas.
Hoy Podemos vuelve a
decirnos que el capital es el culpable de lo que ocurre y que el PP es el
partido que les apoya. Afirmación falsa y engañosa. Podemos es el primero que
desea dinero. Que nos digan, de una vez, lo que cobraron a cambio de sus
consejos a Cuba, Venezuela y Bolivia. Sin dinero no habría empresas, ni
trabajadores, ni pensiones, ni bienestar social. El capital es muy necesario,
si se hace un buen uso del mismo. No se pueden ofrecer soluciones imposibles,
cargadas de engaño y utopía. No se puede ignorar que España pertenece a la
Unión Europea y que las economías de unas influyen y repercuten en las otras.
La economía española no se guisa sola. Es curioso que estos señores ofrezcan
como modelos a imitar a Cuba, Venezuela y Bolivia. No olviden que en Cuba el
sueldo máximo al día son 15 dólares y que en Venezuela la leche es un artículo
de lujo.
Podemos ha encontrado
cobijo y asiento en ciertas televisiones. Los rebrotes revolucionarios, que
encierran sus palabras, propician hostilidad contra el gobierno y meten el
miedo en el cuerpo social. Gobernar y hacer una buena gestión no siempre casa
con las promesas abiertas y sugestivas. Hoy la situación no está para bollos.
Gobernar es muy difícil. La actitud de Podemos me recuerda aquella Alemania,
hundida y humillada por el tratado de Versalles, que Hitler supo levantarle el
ánimo, criticando duramente a sus gobiernos. Todos saben cuál fué el resultado
de su promesa.
Los españoles somos muy inteligentes para no caer en la trampa de
Podemos. Podemos es fruto del tiempo y del miedo. Ocultan muy bien lo que
quieren. No tiene una pizca de tonto. Promete ganarse al pueblo a través de
ataques y promesas. No olviden nunca que las promesas fueron siempre el
principio de todas las revoluciones.