Raúl Arévalo estrena el próximo 4 de enero "Memorias de un hombre en pijama", una pelÃcula de dibujos animados donde se critica a la "infantilización" de los hombres que, como él, están rozando la cuarentena y no acaban de madurar.
La pelÃcula parte de la novela gráfica que se publicó en 2010 tras el éxito cosechado por las tiras cómicas de los diarios "Las Provincias" de Valencia, primero, y después en El PaÃs, en las que el ilustrador valenciano Paco Roca (ganador del Goya por "Arrugas", 2011), contaba sus "aventurillas de soltero cuarentón".
Es la primera vez que el actor se ve convertido en cómic: un par de retoques y el muñeco diseñado por Paco Roca es el propio Arévalo, que, además de su imagen real que se mezcla en alguna escena, le cede su voz en su primer ejercicio como doblador.
Una "autocrÃtica autobiográfica, a veces, exagerada, pero otras no", dice Arévalo, que retrata a una generación de "niñatos". "Y esa inmadurez que se va prolongando cada vez más -añade- está muy bien retratada en la pelÃcula", dirigida por Carlos Fernández de Vigo.
"Aunque quiero pensar que yo ya he superado un poquito esa fase, después de los años de terapia, mis bajones, mis relaciones", bromea el madrileño.
Hasta se plantea tener hijos: "En los últimos meses no paro de estar con amigos que son padres y es lo que me falta... pero sÃ, me gustarÃa", confiesa en una entrevista con Efe.
En realidad, Raúl es todavÃa un treintañero; de hecho hasta noviembre de 2019 no cumplirá los 40, y se siente pletórico: "Me veo contento y feliz, en el momento profesional y en el vital, tratando de equilibrar las dos cosas".
Siempre, dice, "con la cosa que me ha inculcado mi madre de guardar para las vacas flacas (...), pero también con la tranquilidad de disfrutar de lo que hago, sabiendo que lo que quiero hacer es contar historias: me den la oportunidad de hacerlo o sacando cuatro duros con amigos, como hacÃa antes de que me contrataran en pelÃculas de éxito".
Como "Dolor y gloria", de Pedro Almodóvar, con quien repite después de "Los amantes pasajeros", donde tiene un pequeño papel y de la que no puede contar nada pero le "encantarÃa" por que "es ... -deja caer- maravillosa", pero no añade una coma más: "No puedo", se justifica.
Acaba de terminar la tercera pelÃcula de VÃctor GarcÃa León, "Los europeos", y prepara el guion del que serÃa su segundo largometraje tras "Tarde para la ira" (2016), su brillante debut tras las cámaras, que se llevó cuatro premios Goya.
También impresionan los nombres de los directores con los que ha trabajado, de su "mentor" Daniel Sánchez Arévalo que lo descubrió en "Azuloscurocasinegro" (2006), a Antonio Banderas, Alberto RodrÃguez, Daniel Calparsoro, AgustÃn DÃaz Yanes, José Luis Cuerda, IcÃar BollaÃn, Gracia Querejeta o Steven Soderberg.
Reconoce que, hoy por hoy, lo que más le preocupa es "este ambiente tan delicado" en el que "empezamos a autocensurarnos por el qué dirán o por si se puede ofender a alguien".
"En el cine, en la tele, y no sólo en cuanto a machismo, sino en general, lo más preocupante es la autocensura", considera.
Y pone como ejemplo de sus palabras una expresión que le salió de modo natural mientras improvisaba en un trabajo; soltó un muy castellano improperio -"me cago en Dios", dicho todo junto y seguido-, "una muletilla que se usa mucho en Segovia", se disculpa.
Cuenta que alguien del equipo le hizo notar que habÃa sentido algo parecido al miedo al oÃrle decir eso, "al pensar en el rapero, en Willy Toledo. Y estuvo a punto de decirme que mejor no lo dijera". Eso -se lamenta Arévalo- significa que ya estamos en esas, en el 'cuidado con lo que digo que se ofende alguien'".
"No nos volvamos locos: Lo peor que podemos hacer es autocensurarnos", considera, aunque de inmediato añade que "espera y confÃa" en que "esto sea parte de un proceso" y pronto cambien las cosas.