Paul Thomas Anderson (Magnolia, Boogie Nights, Pozos de ambición) nos ofrece un intenso thriller recorrido por una mordaz crÃtica social y polÃtica. Adapta a los tiempos actuales la novela Vineland, de Thomas Pynchon, publicada en 1990 y lanza unos mensajes rotundos. Principalmente, pone en solfa al supremacismo y a las medidas contra los inmigrantes. Depara momentos muy frenéticos que hacen honor al tÃtulo (traducción del original). El apreciable diseño de producción y sus loables actores suman alicientes; no obstante, pueden pesar los 161 minutos que alcanza el metraje.
Perfidia Beverly Hills lidera el 75 Francés, una organización antisistema. Cuenta con el apoyo incondicional de Pat Calhoun, experto en explosivos. Realizan acciones violentas que las fuerzas del orden consideran actos terroristas. Tras el asalto a un banco en el que disparan al vigilante, la mayorÃa de sus integrantes son encarcelados o acribillados por la policÃa. 16 años después, los miembros que todavÃa siguen en libertad han cambiado su identidad y el lugar de residencia; sin embargo, el temido coronel Steven J. Lockjaw continúa buscándolos. Quiere atraparlos y hacer desaparecer cualquier vestigio de la relación Ãntima que mantuvo con la carismática cabecilla del grupo radical.
En los compases iniciales asistimos a varias secuencias vibrantes sin solución de continuidad. La pelÃcula apenas describe a los personajes, pero no da respiro. Sà identifica rápidamente las motivaciones ideológicas que les mueven y señala la implicación destacada de jóvenes afroamericanos. El filme utiliza esa caracterización para escenificar la indignación que muchos comparten hoy en aquel paÃs y la polarización extrema a la cual se encamina; lo advertÃa también Civil War (2024).
El salto temporal que se produce cambia el tono del relato de forma transitoria, aunque no tarda en ir acelerándose paulatinamente. Curiosamente, hay diversos matices que evidencian un sutil sentido del humor. El nombre de la elitista secta racista, el sensei mexicano, las contraseñas revolucionarias y el peinado del pervertido oficial aportan unas intencionadas notas cómicas.
La última hora vuelve a ser extraordinaria. Con una dirección impecable, multiplica los focos de atención y la inquietud por lo que les pueda ocurrir a los protagonistas. Se traslada a la carretera y exhibe sus mejores virtudes, conjugando diferentes hilos narrativos que terminarán convergiendo.
En cuanto al reparto, Teyana Taylor responde perfectamente a las exigencias de su papel, igual que Leonardo DiCaprio. Además, Sean Penn se luce en cada aparición. Borda los rasgos marcadamente histriónicos del rol que asume.