En Valencia, entre calles antiguas y edificios monumentales,
perviven los ecos de una sociedad discreta y enigmática: la masonería. Sus
raíces, aunque son mucho más antiguas, se remontan al siglo XVIII, cuando las
logias comenzaron a surgir en la ciudad al amparo de los ideales ilustrados,
aunque envueltas en el secretismo propio de sus rituales.
Durante el Trienio Liberal (1820-1823), la masonería
valenciana operó en la clandestinidad. Sus miembros, protegidos por símbolos y
contraseñas, se reunían en espacios privados para debatir reformas sociales y
mantener tradiciones que algunos vinculan con los templarios y los antiguos
gremios de constructores. Uno de los nombres destacados fue el ilustre Vicente
Blasco Ibáñez o el médico José Peris y Valero, cuya biblioteca albergaba
manuscritos masónicos y tratados de alquimia.
La represión llegó con el franquismo. Declarada
"enemiga de España", la masonería fue perseguida durante décadas. Con
la llegada de la democracia, algunas logias volvieron a reunirse, aunque sin
abandonar del todo su carácter reservado. Hoy, siguen activas en direcciones
discretas.
Los rastros de esta influencia están presentes en la
arquitectura. La Lonja de Mercaderes, la Catedral, el cementerio de Valencia,
el cementerio de Bunyol y la fuente de los Patos (plaza San Vicente Ferrer)
presentan simbología interpretada por algunos expertos como masónica: compases,
triángulos, letras ocultas o motivos esotéricos que podrían funcionar como
señales entre iniciados.
Uno de los ejemplos más llamativos se encuentra en la
localidad de L'Ollería, en la conocida Casa Santonja. Tras su fachada sobria,
el interior muestra frescos con estrellas de cinco puntas, la palabra "GADU"
(Gran Arquitecto del Universo) y doce figuras humanas -once femeninas y una
masculina-, asociadas a virtudes masónicas. Se cree que el lugar fue punto de
encuentro para masones de toda España, entre ellos el general Regio, autor del
conocido himno del mismo nombre que, según parece, salió de esta casa.
La masonería en Valencia continúa siendo un enigma vivo. Un
legado de símbolos, personajes y silencios que, siglos después, sigue
despertando la misma pregunta: ¿qué secretos esconden aún sus muros?