Cuando llega esta última semana de agosto, siempre
revivo la sensación de cuando era pequeña. Me repateaban el hÃgado los anuncios
que repetÃan eso de "al colegio con alegrÃa" como si no hubiera nada mejor que
nos pudiera pasar. Y, en ese momento, pocas cosas peores que dejar la playa,
las piscinas, los juegos y la ausencia de obligaciones que suponÃan las
vacaciones.
De mayor, cuando las vacaciones pasaron a ser más
cortas y el colegio fue sustituido por el trabajo, la sensación permaneció
incólume. Me sentÃa como aquella niña a la que le robaban el ocio y encima le
decÃan que debÃa estar feliz por ello, solo que en vez de vuelta al cole lo
llamaban "sÃndrome postvacacional" y nadie me compraba libretas, bolis o
rotuladores nuevos para amortiguar los efectos del disgusto.
Me habÃa resignado a que esa sensación me acompañara
toda la vida. Es más, me habÃa acostumbrado a ella. Lo que nunca pensé que me
pasarÃa serÃa echarla de menos. Y, sin embargo, ahora me encantarÃa pensar en
una vuelta a la rutina más rutinaria del mundo, valga la redundancia. Y, lo que
es más grave, ya he oÃdo a varios niños y niñas preguntando cuándo vuelven al
cole de verdad.
Lo más difÃcil de todo es la incertidumbre. Porque la
única certeza es la de que las cosas no serán como eran cada mes de septiembre,
y tardarán en serlo. No tenemos ni idea de cómo serán las clases, de si habrá
actividades extraescolares y cuáles, y, sobre todo, de qué pasará cuándo al
maldito virus le dé por pasearse por alguna clase, pinchando esa burbuja que
nos han vendido como la panacea.
Hasta se echa
en falta aquello que en su dÃa parecÃa un problema horroroso y ahora da hasta
risa: la pediculosis, los famosos piojos. Aunque esto me lleva a una reflexión
unida a un deseo. Ojala seamos más eficientes a la hora de combatir al
coronavirus que lo somos para combatir a los piojos, porque si no aviados
vamos. Palabra de madre.
No queda nada para despejar la incógnita. Esperamos
que la ecuación se resuelva favorablemente, porque lo que nos jugamos no es
poca cosa. Si educar es difÃcil, hacerlo en estas condiciones se puede volver
tarea de superhéroes. Pero hemos de hacer lo posible para que no sea misión
imposible.
Ojala pronto volvamos a lloriquear porque hay que
volver al cole. Pero al cole de verdad
SUSANA GISBERT GRIFO
Fiscal y escritora
Twitter @gisb_sus