Pilar Algarra. EPDA Segundo mejor tiempo en la
categoría femenina de 65 años en la última 10K que se acaba de celebrar en la
maratón de València y primera española, con un tiempo de 54 minutos pero con sabor
agridulce. La organización no compensó con ningún trofeo, pese a recogerlo en
un reglamento que modificaron horas después de haberse terminado la prueba,
ante las quejas de los corredores. “No sé cómo catalogarlo pero es una farsa de
tomo y lomo en una prueba de categoría oro, que no se consigue sólo por la
carrera bonita sino también por nosotros. La maratón de València nos
menosprecia a los populares y probablemente ni los colaboradores lo sepan. ¿No
valemos nada?”.
Tampoco comparte la supresión de
la 10K a partir del año próximo, “como siempre por motivos económicos porque
les es más rentable la maratón pero creo que se equivocan”.
Con sus 154 centímetros y 51
kilos empezó a correr con 58 años, primero distancias de entre 2 y 3 kilómetros,
para sobreponerse al fallecimiento de su marido, después de un cáncer de 12
años.
Campeona de la media maratón de
nuestra ciudad de este mismo año en su categoría nos da la fórmula: “No corren
tus piernas sino tu mente. Evito fritos y dulces y me alimento con frutas,
verduras, lentejas, nueces, arroz integral y leche de avena”.
Cumplidos ya los 65, ha llegado a
un acuerdo con el Instituto Nacional de Salud para prolongar su edad de
jubilación. “Tengo más vitalidad que nunca y aún voy a dar guerra”. Todo
gracias al running, que “proporciona más felicidad que un novio”.
¿Por qué este año no se han
entregado trofeos para los ganadores por categorías?
Estoy muy disgustada porque no se
ha actuado de manera injusta. Como todos los años intenté, cuando crucé la
meta, ver en un panel la clasificación de la 10K pero no había. Nadie me supo
decir nada hasta que finalmente me explicaron que no se daban trofeos por
categorías sino sólo a los absolutos, que son los atletas que vienen de fuera.
Al estrenarme en la categoría de 65 años y ser la última 10K, quería mi trofeo.
Fui al punto de mi equipo, donde
lo comenté con mi entrenador, Suso De la Fuente, que
buscó el reglamento y vio que sí que había categorías.
Volví y mostré el reglamento a la
organización pero insistieron en que no. Estando allí empezaron a llegar
corredores de la maratón, que también reclamaban los trofeos para los populares
pero tampoco había. No ha pasado nunca.
¿No se valora a los corredores
populares?
No. Y somos los que aportamos los
ingresos de las carreras, aparte de los patrocinadores y colaboradores, y no
nos pueden obviar. Si no corriéramos nosotros no podrían traer a etíopes o
keniatas. Estuvimos mirando de nuevo el reglamento por la tarde y habían
eliminado el párrafo que sí que estaba por la mañana.
Estoy tan indignada que he
escrito una carta al ayuntamiento de València como organizador, para que
puedan resolverlo. No sé cómo catalogarlo pero es una farsa de tomo y lomo en
una carrera de categoría oro, que no se consigue sólo por la carrera bonita
sino también por nosotros.
La maratón de València
menosprecia a los corredores populares y probablemente ni los colaboradores lo
sepan. La ciudad nos quiere. ¿No valemos nada? Corremos los mismos kilómetros y
pagamos religiosamente una inscripción que no es barata pero lo hacemos con
ganas porque nos encanta nuestra ciudad. No somos bulto sino corredores.
¿Por qué van a suprimir la
10K?
Como siempre, por tema económico
porque es más rentable la maratón. A Juan Roig no le hace gracia que se suprima
pero el presidente de Correcaminos prefiere el caché que dan las marcas
exgtranjeras pero creo que se equivocan.
¿Qué tiene València?
Es la ciudad del running porque
es llana, con un clima y una animación extraordinarias. Su alfombra azul te
produce un desmayo de placer, de gusto y de alegría.
¿En qué momento empezó a
correr?
Hace ocho años, después del
fallecimiento de mi marido, que afrontó un cáncer durante 12 años. Sentí que
necesitaba otro aliciente para no abocarme a las pastillas, aparte del trabajo
y del gimnasio. Y no he parado desde entonces. Con anterioridad, había
practicado únicamente spinning y corrido en cinta en el gimnasio pero sin
pensar en nada.
Los primeros entrenamientos
fueron distancias cortas de 2-3 kilómetros pero queríamás y más, aunque sin
pensar en las carreras, porque me daba mucha vergüenza. Me preparé para una 5K
en València pero luego arranqué con el circuito de la Diputación y fuimos a
hacer una 10K a Gandia. Nos quedamos a cenar allí y al día siguiente me llamó
mi entrenador para decirme que me mandaban mi primer trofeo porque había
quedado la segunda. Ya he perdido la cuenta de la cantidad de trofeos y
medallas que tengo.
¿Qué cualidades se necesitan?
Fuerza de voluntad. Correr me ha
dado felicidad y siempre que puedo transmito que si yo pude, todas son capaces.
Basta con empezar. Incluso completé mi primer y único maratón en 2017 con 63
años en 4 horas y 19 minutos pero no es
una distancia que me llame la atención, porque te requiere varios meses de
preparación y has de limitar las carreras.
¿Todas las mujeres son
capaces?
Sí. Estoy convencida, salvo que
alguien presente algún problema físico pero psicológicamente todo el mundo
puede. Si la gente supiera la felicidad que proporciona, no se lo pensaría.
Proporciona más placer que un novio porque no te da disgustos. Estando mal, al
terminar de correr, te sientes bien. En mi caso, físicamente estoy fortísima y
pletórica a mis 65 años. No me siento ni para comer porque trabajo todo el día
de pie en un comercio y en cuanto acabo de mi turno, me voy directa al río a
correr.
¿Qué sensaciones da la
competición?
Me sienta bien, sea la distancia
que sea y me muevo donde sea sola o acompañada, sin ningún miedo. Me da igual
asfalto o montaña.
Cruzar la meta es inenarrable. En
mi caso, nunca he abandonado una carrera y no siempre son perfectas porque a
veces sufres. Pero la meta es una explosión en el pecho que te hace estar
jubilosa. En mi caso, veo a mi marido en el cielo alegrándose y aplaudiéndome.
Sólo con hablarlo, me emociono.
¿Corre más la mente o las
piernas?
La mente porque como te diga me
encuentro mal, no acabas la carrera. Si estoy cansada, revivo secuencias con mi
hija, mi marido, mis padres… En una maratón, la mente te lleva a la meta, al
menos a los populares, porque el resto vuelan. Tienes calambres, espasmos… pero
acabarás aunque sea andando. Abandonar nunca es una opción, por propio orgullo.
Recuerdo una media en Sevilla en que me paralicé a 300 metros de la meta. Se me
doblaba la pierna sin ton ni son y creía que no podía pero encogida, llegué
como pude. Cuando entré, tuve que apartarme, sujetarme enseguida y respirar.
Pero pude gracias a mi cabeza.
¿Se necesita mucho dinero?
Sí. En mi caso, como vivo sola,
no cuento lo que me gasto. Trabajo para lo que me produce satisfacción. Mis
zapatillas siempre son Asics con una cámara de aire y me gusta tener siempre
repuesto. El pie se ha de llevar bien. Para correr no tengo miramientos. Nunca
corro con pantalón corto. En verano, por debajo de la rodilla y en invierno,
siempre largo. Siempre coleta, gafas, gorra y música y, aún así, estoy
pendiente de la animación de la calle. Corro mucho sola y los 40 Principales me
acompañan siempre.
¿Qué no se ha de comer?
Desde luego, evito los fritos y
los dulces. Me alimento con mucha verdura como zanahorias, acelgas o espinacas.
Alguna vez compro carne roja, aunque no con mucha frecuencia, porque prefiero
la merluza. Y para la proteína vegetal, lentejas y nueces. Siempre leche de
avena, manzanas en invierno y sandía en verano. Si salgo a comer fuera, no me
privo de una paella. Soy una forofa del arroz integral, que como casi todos los
días con verduras. Y lo complemento todo
con calcio y vitaminas C y D.
¿Y la víspera de una carrera?
Hidratos y proteína. A mí los
macarrones y los espaghetis no me gustan pero los suplo por fideos y por arroz.
¿Entre sus planes está la
jubilación?
No. Tenía que haberlo hecho en
agosto pero no tengo ganas. Llegué a un acuerdo con el Instituto Nacional de
Salud para seguir en activo, porque tengo más vitalidad que nunca y aún puedo
dar guerra. Yo defiendo que cada persona decida su edad de jubilación.
Su marido murió de cáncer. ¿Qué
es la enfermedad?
No entiendo por qué no se puede
curar todavía. Es muy duro para el paciente pero muy malo para quienes estamos alrededor. Durante
12 años nos sobrepusimos muchas veces ante varias recaídas. Te haces a él pero
el enfermo necesita un apoyo firme día a día porque a veces se quiere tirar la
toalla. Si te abandonas, te puede. Tú sientes el dolor de tu familiar como si
fuera el tuyo propio.
Socialmente aún sigue siendo un
tabú y no se quiere hablar de ello porque sólo pronunciarla da miedo. Yo
defiendo recibir cuanta más información, mejor y la posibilidad de elegir el
centro que quieras para tratarte. En nuestra última etapa, contacté incluso con
otros hospitales, como Pamplona y Barcelona en busca de otros tratamientos. En
Barcelona sí nos dieron más opciones pero tuvimos tan mala pata que ese mismo
fin de semana falleció.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia