La mitad de las personas atendidas por Cruz Roja tienen
que tomar la difÃcil decisión de pagar los gastos básicos o aclimatar su hogar
correctamente. Es una realidad confirmada por las grandes cifras, y más
recientemente por el relator especial de la ONU sobre la pobreza extrema y los
derechos humanos. En su visita a España, Philip Alston pudo comprobar cómo hay
un alto porcentaje de población que vive al lÃmite y tiene serias dificultades
para sobrevivir.
Si este experto de la ONU hubiera visitado Valencia,
hubiera visto una realidad semejante a la que pudo ver en otros puntos de
España. Además de algunas zonas de la ciudad donde la pobreza campa a sus
anchas, hay realidades más invisibles que se agudizan cuando llegan las
temperaturas extremas del invierno o del verano.
La pobreza energética es la capacidad de los hogares por
mantener una temperatura adecuada. Según los últimos datos de Eurostat publicados
en enero, esta situación ya afecta al 9,1% de la población, mientras que el año
anterior se situó en el 8%.
Sorprende que mientras se habla de cambio climático, de
emergencia climática y de medidas urgentes por parte de gobiernos, sociedad
civil, empresas y ciudadanÃa, todavÃa hay personas que no han cambiado las
bombillas LED de su vivienda. Sin embargo, he podido comprobar en Valencia que
hay casos en los que les resulta económicamente imposible.
Asà es. La pobreza energética empieza por no tener acceso
a recursos para tomar medidas de eficiencia energética en el hogar, desde
compra de bombillas de bajo consumo hasta el cambio de electrodomésticos o de
ventanas. El camino se va agravando con la precariedad de las viviendas y con los
ingresos escasos de las familias.
Al final, todo se resume en la vulnerabilidad de los
hogares para afrontar gastos básicos. Y en tomar la difÃcil decisión de
destinar el presupuesto a aclimatar la vivienda o comer adecuadamente.