Tengo que reconocer que si
hubo algún español que, en su dÃa, mosÂtro un ferviente entusiasmo por la
integración primero en la Unión Europea y después en la Eurozona, este fue
servidor de ustedes.
Pero después de una década
de Euro, mi decepción ha sido total, si nos atenemos a las consecuencias
económicamente desastrosas que estamos pagando tanto en España, como yo me
atreverÃa a decir que en todos los paÃses del Sur: Francia, España, Portugal y
Grecia.
Aquella Europa de los
ciudadaÂnos; de los derechos sociales; de la igualdad de oportunidades, etc. En
definitiva, aquella Europa del Bienestar, hemos visto que simpleÂmente fue un
espejismo o quimera inalcanzable para los mas crédulos. Aquella Europa idÃlica,
se nos ha convertido en un nido de mercados y mercaderes; agencias de califiÂcación;
y de bancos y banqueros. En fin, un nido con lo mejorcito de cada casa. Y por
encima, mandando en todo este selecto club, tenemos a Alemania y su nueva
Führer, la Sra. Merkel y su Euro.
Obnubilados por esa burbuÂja
inmobiliaria que creÃamos iba a durar toda la vida, intentamos desÂacertadamente
igualar y competir económicamente con los paÃses del Norte, cuando la pura
realidad es que seguÃamos siendo un paÃs del Sur. Con una economÃa tradicionalÂmente
basada en los servicios, el turismo, la agricultura y la pesca. Y últimamente
con alguna que otra alegrÃa en energÃas alternativas y poco más.
Pero la culpa de todo este
desasÂtre no solo ha sido nuestro. RecorÂdemos, cuando la bonanza inmobiÂliaria
parecÃa que no iba a tener fin y los mercados financieros hacÃan sus grandes
negocios al amparo del ladrillo, que los bancos alemanes fueron los primeros en
fomentar la tal situación facilitando al sistema financiero español,
especialmente a las cajas de ahorro, 150.000 miÂllones de euros, para incitar
el conÂsumo de los "nuevos ricos" españoÂles. Entre otras razones, para que con
ese dinero compráramos pisos infravalorados y, sobre todo, conÂsumiéramos productos
alemanes. Nunca jamás se han visto por nuesÂtras carreteras la gran cantidad de
coches germanos como hasta ahoÂra.
Hace bien poco, no era nada
exÂtraño ver a encofradores o piseros de la construcción ir a trabajar a la
obra con su Audi, BMW, Mercedes etc. O ver las casas de todo español que se
preciara equipadas con los más avanzados electrodomésticos alemanes de primeras
marcas.
Pero si de total justicia
es que paÂguemos lo que debemos, lo que no veo tan claro es que tengamos que
pagarÂle ahora a los bancos alemanes exclusivaÂmente con euros, a costa del
crecimiento y sacrificio de los ciudadanos espaÂñoles. Si Alemania realizo su
gran negocio con España principalmenÂte como consecuencia del auge del
ladrillo, lo justo y lógico serÃa que ahora le devolviéramos nuestra deuda, con
parte de esos casi tres millones de inmuebles vacios en los que indirectamente
invirtieron los bancos germanos en los tiempos de las vacas gordas, para hacer
su gran negocio.
Creo al igual que muchos
econoÂmistas de los serios, que ha llegaÂdo el momento, conjuntamente con los
otros paÃses del Sur, de plantar cara a Alemania y decirle que o afloÂja su
particular pistón de recortes en la economÃa de la Eurozona o se quedará sola
con su Banco Central Europeo, sus mercados y su Euro.
Al margen de Alemania, los
tres paÃses que mejor están afrontando la crisis en Europa, incluso ofreÂciendo
empleo a los ciudadanos españoles, están fuera de la EuroÂzona: Suecia,
Dinamarca e InglaÂterra, son el claro ejemplo que nos demuestra que el paÃs que
es dueño de su propia moneda, es soberano para controlar y desarrollar su proÂpia
economÃa y prosperidad.