Una ventaja de ser católico es la seguridad de que no estamos en el mundo por azar. Hay un Dios que nos quiere como Padre, y nos ha creado para que vivamos felices como hijos suyos. Para que esa seguridad no sea evanescente, ha fundado la Iglesia, su familia en la tierra. Como en toda familia, en la Iglesia hay una cabeza, el Papa, representante de Jesucristo, de quien recibe asistencia firme y perpetua: "Yo estaré con vosotros siempre".
De ahà la razón del cariño de los católicos al Papa, sea quien sea. Sabemos que es un hombre normal, con aciertos y errores. Pero que la promesa de Dios se cumple, y por muchos errores que pueda tener un papa, la barca de la Iglesia no se hunde. También Francisco lo sabÃa, y por eso quizá su frase más repetida ha sido:
"No se olviden de rezar por mÃ."
ConocÃa su vulnerabilidad, su necesidad de ayuda del cielo. Lo expresaba sabiamente Ratzinger: lo único que garantiza el EspÃritu Santo es que el daño (el que causamos los hombres con nuestros errores) no sea irreparable.
Pienso que Francisco, por sus cualidades humanas y espirituales, está en la lÃnea de los papas santos que la divina providencia nos ha dado en los últimos tiempos:
Pablo VI, Juan XXIII, Juan Pablo II
… No quedan atrás
PÃo XII
ni
Benedicto XVI
.
Cada Papa resalta un aspecto del cristianismo más necesario en el momento. Francisco ha resaltado
la misericordia
: Dios es un Padre con entrañas de misericordia hacia los más vulnerables, y nos pide que le imitemos. Gestos como el de Lampedusa abrieron los ojos a muchos ante el drama de los inmigrantes.
También ha resaltado
la esperanza
. Hay una Ãntima conexión entre misericordia y esperanza. Cada acto compasivo hacia el otro nos descubre que no somos piedras que giran al azar: somos hijos de Dios, llamados a tener un corazón entrañable como el suyo. La paz no vendrá del rearme –como proclamó el Domingo pasado- sino de nuestra capacidad de perdón y misericordia hacia los demás.